Armando Benedetti vuelve a ser el centro de atención política en Colombia. Tras desempeñarse como embajador en Venezuela y posteriormente como embajador en la FAO —una embajada reabierta exclusivamente para él después de 11 años que estuvo cerrada—, Benedetti regresa al país para asumir un cargo como asesor del presidente Gustavo Petro. Este nombramiento ha generado una fuerte controversia, con divisiones claras dentro del gabinete, donde muchos cuestionan la inclusión de una figura asociada a presuntos escándalos de corrupción, denuncias de maltrato intrafamiliar y conflictos legales internacionales, como la demanda interpuesta por Laura Sarabia en la Corte Penal Internacional.
Aunque el gobierno justifica esta decisión, los analistas señalan que su rol podría ir más allá de un simple asesoramiento. Benedetti sería una pieza clave para coordinar la estrategia presidencial de 2026, en un movimiento que refleja el peso político de quien también ha amenazado con revelar secretos incómodos de figuras clave del gobierno. Este nombramiento no solo aviva tensiones internas, sino que también plantea preguntas sobre las prioridades y riesgos asumidos por el mandatario.
El regreso de Benedetti simboliza una jugada de alto riesgo para Petro, una que podría fortalecer su estrategia de cara al futuro político o, por el contrario, convertirse en un detonante de nuevas crisis dentro del gobierno.
