Los recientes movimientos del gobierno son un golpe contundente a la economía colombiana, una serie de acciones que amenazan con dejar a la nación tambaleando en el ring.
Primer Round: El primer golpe lo recibirían los colombianos con la implementación de un posible impuesto del 5×1000, reemplazando el ya polémico 4×1000. Esta medida golpearía directamente las finanzas de todos, reduciendo significativamente los ingresos disponibles, y afectando especialmente a los sectores más vulnerables. Con esta carga adicional, los colombianos verían cómo su capacidad de ahorro y gasto se reduce, agravando la precariedad económica en los sectores populares.
Segundo Round: El segundo golpe vendría con el posible aumento en el precio del diésel, que podría escalar de tres mil a seis mil pesos por galón. Este incremento tendría un efecto cascada devastador en la economía. El transporte público y de carga, ambos pilares para la movilidad y el abastecimiento de bienes esenciales, se verían directamente impactados. Este aumento se traduciría en una subida de los precios de la canasta básica, dificultando aún más la posibilidad de llevar una vida digna, especialmente para aquellos en los sectores populares.
Tercer Round – Knockout: El golpe final, el knockout, sería la escasez de combustible para aviones, obligando al gobierno a importar al rededor de 100 mil barriles para cubrir el déficit. Esta medida, lejos de ser una solución, conllevaría un alza en los precios de los tiquetes aéreos, afectando directamente al sector del turismo, uno de los pocos sectores que han mostrado resiliencia en medio de la crisis. Esta cadena de eventos no solo demuestra la mala gestión del gobierno, sino que también agrava la ya difícil situación económica de la nación.
Estas decisiones, que podrían haberse evitado con una gestión más prudente y eficiente, están llevando a la economía colombiana al borde del colapso. En lugar de reducir el gasto público, el gobierno sigue ampliando su estructura con la creación de un ministerio que no ha mostrado resultados tangibles, contribuyendo a una creciente burocracia. Este incremento en el gasto es un ataque directo a todos los colombianos, generando un aumento significativo en el costo de vida y deteriorando la calidad de vida de millones de ciudadanos.
La ineptitud de este gobierno es palpable y cada una de sus acciones no hace más que debilitar la economía del país, alejando cualquier esperanza de prosperidad para el pueblo colombiano. Estamos presenciando un verdadero knockout a la nación, un golpe del que será difícil recuperarse si no se toman medidas drásticas para cambiar el rumbo. La pregunta que queda es si tendremos la fuerza para levantarnos antes de que el árbitro cuente hasta diez.