El lunes 1 de septiembre, todos los colombianos compartimos un momento inolvidable en la historia del fútbol. Radamel Falcao García, el máximo referente del fútbol colombiano, anotó su primer gol con la camiseta del equipo de sus amores. Sin embargo, este día no se trató solo de los colores que vestimos o del ídolo en el campo. Todos dejamos de lado nuestras rivalidades deportivas para celebrar y rendir homenaje al joven Javier Acosta.
Javi, como lo llamaban sus seres queridos, nos mostró lo que significa la valentía, la lucha, y el amor por la familia. En medio de su batalla, nos dejó un mensaje profundo y conmovedor: «Aguante el fútbol en paz». Este mensaje resonó en cada rincón de nuestro país, recordándonos que el fútbol debe vivirse con respeto, que los colores de nuestros equipos son motivo de alegría y pasión, pero nunca de división o violencia.
Ese día, millones de colombianos nos unimos en un solo grito, no solo por el gol de Falcao, sino por la vida y el legado de Javier Acosta. Acompañamos a Javi desde la distancia, compartiendo su mensaje, y le dijimos adiós a un luchador que nos enseñó que, como país, podemos lograr grandes cosas si dejamos de lado la intolerancia y abrazamos la empatía, la amabilidad, y la integridad.
Este gol no fue solo un hito deportivo, fue una lección de unidad y humanidad para todos nosotros. Javi nos recordó que, aunque tengamos diferentes colores en el corazón, al final, somos un solo equipo.
