Ganó Donald Trump, y no de cualquier manera; desde 1988 el Partido Republicano no se adjudicaba una victoria electoral tan apabullante en términos de votos ciudadanos. El resultado de las elecciones del pasado 5 de noviembre, obedece al desplome inusitado del apoyo popular a los Demócratas, que en 2020 aumentaron en cerca de 15 millones y medio el número de votos obtenidos en 2016 por Hillary Clinton, pasando de 65.853.514 a 81.284.666; así, Biden superó a Trump por más de 7 millones de votos.
En términos reales, Kamala Harris y su Partido perdieron en apenas cuatro años más de 10 millones de votos en las presidenciales, al obtener 70.964.692, casi 4 millones menos que el candidato republicano. El resultado fue similar en las elecciones parlamentarias: los republicanos lograron 53 escaños en el Senado frente a 46 de los demócratas y, 213 en la Cámara de Representantes frente a 202.
Estos resultados, sumados a la experiencia adquirida y a la conformación de un equipo altamente calificado en la administración y los altos asuntos del Estado durante esta última campaña, otorgan a Trump condiciones de Gobernabilidad ideales, superiores a las que tuvo en 2016.
Ahora bien, aunque Colombia y Estados Unidos han mantenido una relación diplomática bipartidista estable y armónica durante más de 200 años, es apenas previsible que la nueva administración de la Casa Blanca ajuste la agenda y el apoyo a nuestro País, por cuenta de los malos resultados en la política antidrogas y de paz total; así como por las señales de alineación con el eje Rusia, China e Irán; los esfuerzos por ingresar al bloque económico de los BRICS; el afán por legitimar la narcodictadura y la debilidad frente al fraude electoral de Maduro.
A esto, se suma el manejo de Petro al tema del software Pegasus, herramienta que Estados Unidos financió para nuestro país con el fin de luchar contra el narcotráfico, y que al parecer permitió, entre otros, la captura de ‘Otoniel’ y las neutralizaciones de ‘El Paisa’ y de ‘Romaña’ en Venezuela. La irresponsabilidad del Presidente le significó a Colombia la expulsión del Grupo Egmont, red de intercambio de inteligencia financiera que integra 177 países, perdiendo acceso a información fundamental en la lucha contra la criminalidad trasnacional.
A diferencia de la administración Biden, la de Trump probablemente no será tan complaciente con el incremento continuo de cultivos ilícitos (253.000 hectáreas) y la creciente producción de cocaína (53% más el último año), ni con la idea de Petro de legalizarla globalmente o convertir al Estado en comprador de coca. Es previsible también que el nuevo Gobierno y el Congreso estadounidense exijan del colombiano mayor seriedad en la acción contra el tráfico de migrantes en la zona del Darién, llegando incluso a condicionar cualquier ayuda económica a la captura y entrega de los cabecillas del Clan del Golfo, con los que actualmente Petro negocia, y por los que el Departamento de Estado ofrece hasta ocho millones de dólares de recompensa.
Finalmente, los mensajes conciliadores de felicitación a Trump por parte de Petro y Maduro, dejan en evidencia que temen por lo que viene, y que contrario a su costumbre, harán ingentes esfuerzos por llevar la fiesta en paz.
Por Paola Holguín – @PaolaHolguin