Según la ONU: “El agua es un recurso único e insustituible, es base de la vida, las sociedades y las economías. El acceso a ella es también un derecho humano”. Los bogotanos, desde el 11 de abril, deben soportar cada 9 días quedarse 24 horas sin el líquido (cuando no hacen “trampa” en el Acueducto). ¿La razón? Los bajos niveles en los embalses que surten de agua a la ciudad, debido a los estragos del fenómeno de El Niño, o eso es lo que dicen en la Alcaldía.
Buscando entre los tuits de la exalcaldesa Claudia López, no aparece ninguno relacionado con alertas, campañas de prevención, información o mínimamente asociado al fenómeno de El Niño de 2024, o a que los niveles de los embalses estuvieran críticos. De hecho, según la investigación de la concejal de Bogotá Heidy Sánchez, se vienen informando, por algunas entidades, niveles de agotamiento de algunos de los embalses del Sistema Chingaza desde los años 2018, 2022 y junio de 2023, cuando se dio la mayor alerta, o sea, López sabía y no hizo mayor cosa, pasando por alto dichas alertas, incluyendo las del Gobierno Nacional, lo que hace pensar que la señora López o no se había enterado de que los embalses se estaban secando de forma critica, o se hizo la de la vista gorda, o los embalses mágicamente se “deshidrataron” cuando Galán llegó a la Alcaldía.
El tema del agua de Bogotá es preocupante y, a la vez, llamativo en tres puntos fundamentales:
1. FALTA DE PLANEACIÓN Y PREVENCIÓN
Desde enero de 2024, se empezaron a presentar incendios forestales muy graves en Bogotá, los cerros orientales de la capital ardieron por días ante el calor intenso en una ciudad que se conoce popularmente como “la nevera”, pero que por esos días tenía más pinta de infierno que de otra cosa. Como siempre, los ultraderechistas, incluyendo a los medios, no culparon a la alcaldesa saliente ni al entrante, o sea, su consentido Galán, sino al presidente Petro, porque si algo malo pasa no es culpa del responsable, es “culpa de Petro”. Siempre.
A propósito, Petro en su cuenta de X, el 21 de noviembre de 2023, dijo: “Desde el gobierno nacional estamos preparándonos para el Fenómeno del Niño. He pedido a todas las entidades estar listas ante las contingencias que se puedan presentar por las altas temperaturas”. Y, de hecho, tanto la Presidencia como el Ministerio de Ambiente y hasta la UNGRD venían advirtiendo y planeando estrategias para afrontar el fenómeno de El Niño desde lo correspondiente al Estado, advirtiendo a las autoridades territoriales que debían hacer lo propio. Evidentemente, ni Claudia López ni Galán hicieron lo debido a tiempo y cuando se les vino el problema encima, se salieron por la tangente con la fácil: “Es que Petro…”.
Cuando los embalses llegaron a los niveles más críticos, ya no había tiempo de llorar. Nos pusieron a los bogotanos a pagar por la ineptitud de los dos alcaldes, quienes sin darle la debida importancia a lo que pasaba, le quisieron poner “humor” a algo que no lo tenía y solo quedaron más en ridículo, como cuando “pusieron” a Juliana Galvis y a Juan Pablo Raba a hacer videos bañándose mal en 90 segundos, de donde se pegó, por ejemplo, el “periodista” extremista Diego Santos, semidesnudo, sometiéndonos a una contaminación visual, mental y emocional incalculable. O como cuando otro ultraderechista, que aparece en X como Juan Carlos Florián, dijo que se gastó el triple de tiempo bañándose en pareja y Galán tontamente le contestó. “Era solo bañarse, Juan Carlos”. ¡No, pues! ¡Piter Albeiro le quedó en pañales a Galán con tanto humor!
2. LOS QUÍMICOS, El COLOR DEL AGUA Y LA SALUD
En cuanto a la coloración amarillenta del agua, que muchos en la ciudad denunciamos, básicamente, y según la misma concejal Sánchez, esto obedece precisamente a lo que la Alcaldía denomina un “ajuste de operación”, el cual inició el 19 de diciembre con un cambio en la operación para el abastecimiento del agua de Bogotá porque nos estábamos quedando sin agua y nos lo ocultaron.
Pese a que la Secretaría de Salud dijo que el pico elevado de personas con enfermades diarreicas era “normal” y que no obedecía a este cambio notorio en el color y sabor del agua, a nosotros nos queda la duda porque vimos a muchas personas a nuestro alrededor sufriendo de gastroenteritis al mismo tiempo y justo cuando esto sucedió. ¿Nos están enfermando?
3. ¿POSIBLE CORRUPCIÓN?
De nuevo, la concejal Heidy Sánchez hizo la denuncia de presuntas irregularidades en los contratos de potabilización del agua, en donde el principal proveedor que suministra químicos para este fin, Quimpac de Colombia S.A., fue sancionado por la SIC en 2019 por el escándalo del “cartel del cloro y la soda cáustica”. También, según su revisión de los contratos, la información suministrada no es clara y suficiente frente a si los químicos son sólidos o líquidos, esta variable cambia sustancialmente el precio que pagamos. El aumento de precios entre los contratos de un año a otro es escandaloso, de más del 100 %, y no se han realizado estrategias para disminuir el costo, lo cual, según la investigación de la concejal, sí es posible. ¿Por qué tantas irregularidades?
Finalmente, hoy, 19 de junio de 2024, tras las denuncias de la concejal Sánchez y al ver que los bogotanos estamos saliendo del letargo frente a este hecho, el Acueducto de Bogotá emitió un comunicado diciendo que, de nuevo, la coloración del agua va a cambiar, o sea, ¿otra vez los bogotanos “malitos del estómago”? Y Galán, pese a las intensas lluvias y al racionamiento, tuitea diariamente que los niveles de agua no aumentan sustancialmente en los embalses (muy raritas, por cierto, dichas mediciones) y parece que nos están preparando para que, como con las “medidas transitorias” del 4×1000 o del pico y placa, el racionamiento del agua siga por meses, ¿o años?
Ay, Galán, “tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe”.