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Gener Usuga

¿Son algunos medios un partido de oposición?

Una columna del Portal de Opinión

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Mucho tiene que ver la información en cada momento de la vida política de un país, cualquiera que sea, y Colombia no es la excepción. La prensa, tradicional o alternativa, cumple una función extraordinaria que es la de informar a la ciudadanía con veracidad, pues el ciudadano, en la mayoría de los casos, da por hecho lo que ve o escucha en un medio de comunicación, sobre todo si este es reconocido a nivel nacional. Lo que puede influir de manera directa en el desarrollo argumentativo de quien recibe la información es decir, durante el día, un ciudadano que escuchó una emisora de radio al momento de levantarse, se va a su trabajo dando por real lo que el locutor de esa emisora transmitió. Así que, si este dijo una mentira, para ese ciudadano que no lo sabe, todo el día la transmite como una realidad. Muy seguramente, si esta genera un debate, su argumento más fuerte para defender su posición será que eso lo escuchó en X emisora en la mañana. De ahí que, si la información no es objetiva y veraz, lo que se produce es todo lo contrario: una escalada de desinformación sin precedentes.

En Colombia, hoy, generar desinformación parece haberse convertido en la mejor manera de hacer oposición, no solo desde los partidos políticos, sino desde los mismos medios de comunicación. No son todos, pero sí una parte muy importante de los medios tradicionales, que a su vez son propiedad de grandes grupos económicos, en su mayoría en oposición al actual gobierno. Estos ven a sus medios y a los periodistas que en ellos trabajan como herramientas para generar duda, discordia y hasta odio en la ciudadanía. Y es que, claro está, dividir al pueblo permite que el reinado que han ejercido durante décadas se mantenga intacto por mucho más tiempo. Sin contar que algunos de los propietarios de esos medios de comunicación son, a su vez, dueños de empresas cuestionadas en investigaciones sobre el conflicto interno colombiano.

Grandes empresarios de diferentes sectores de la economía decidieron invertir en medios de comunicación en Colombia para ser dueños de la información en el país. Así, la mentira se ha instalado para esconder las grandes verdades que posiblemente involucran los nombres de altas personalidades del país que siempre nos han sustentado su honorabilidad a través de unos apellidos hegemónicos que ahora, como antes, están untados de sangre, horror y miseria.

Periodistas también reconocidos han caído ante esos poderes económicos y, doblando sus rodillas ante sus enormes chequeras, han tomado la mano de sus dueños, las han besado y se han convertido en sus esclavos, obligados a sostener el «buen nombre» de sus amos a cambio de grandes sumas. Duele ver cómo la prensa, a través de sus periodistas, ha ayudado a la polarización. Ya no se investiga, ya no se informa, ya no se es riguroso. Ahora, incluso algunos han caído en lo que fácilmente podríamos describir como un periodismo barato que, tomando supuestos, da por hecho determinado evento. En los tiempos del “like” y las visualizaciones, saben que decirlo de cierta forma genera precisamente eso: muchas visualizaciones.

Desde los medios tradicionales se usan estos métodos para atacar al gobierno y entregar a la ciudadanía, como nuestro ciudadano trabajador del inicio de esta columna, una información incorrecta. Así, se deja instalada en el grueso de la ciudadanía de la Colombia profunda una imagen equivocada del actual presidente Gustavo Petro. Seguido a esto, salen lo que se conoce como las bodegas de derecha a replicar y reafirmar esa mentira, lo que genera seguridad en quien la lee. Así, queda instaurada una falsedad en las mentes de las bases populares de nuestra nación.

Hoy, en épocas de tendencia, donde una noticia cada cinco minutos tumba a la otra, generar escándalos mediáticos a través de la falsedad es casi una táctica infaltable para algunos periodistas. La fusión de medios de comunicación con las propiedades de grandes empresarios ahora es usada por algunos de ellos, pertenecientes a los partidos de oposición, para atacar sin descanso al gobierno, silenciar información que involucre a esos empresarios en escándalos y mantener un silencio prepagado y planeado, especialmente en lo que tiene que ver con los avances del gobierno nacional. Es decir, hay un acuerdo oculto entre medios de comunicación y sus dueños para no contar que el país sí va mejorando.

La oposición hoy se estructura ayudada por un periodismo mediocre y rastrero para contar, sonar y maniobrar en la vida política de un pueblo que se levanta cada mañana a buscar el diario vivir. Este pueblo no ha tenido la posibilidad de educarse y poco entiende de la reflexión política, pues sus mentes están ocupadas buscando cómo alimentar sus barrigas o cómo enterrar a sus muertos. La oposición, antes Gobierno, le repartió pobreza a los ciudadanos, haciéndoles creer que, sin importar el hambre diaria, tenían seguridad democrática y que eso era lo más importante. Allí también fue fundamental la ayuda de los medios para instalar esa falsa verdad. Hoy, cuando un gobierno ofrece seguridad alimentaria al grueso de sus ciudadanos, los mismos politiqueros y medios regresan para decirle al pueblo que nada se gana con la barriga llena si no se tiene seguridad democrática. Así juegan con el pueblo y tratan de evitar que un pueblo alimentado, ahora no tenga que ocupar mucho su mente en buscar comida, sino que busque estudiar y educar a sus hijos e hijas. Esto, la educación, que es el segundo paso fundamental para generar un despertar social, está llegando y, con ello, se caerán las mentiras que medios, políticos y empresarios instalaron durante toda nuestra existencia como nación.

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