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Christian Junot Quiñonez

Reforma Tributaria, el sueño de Macondo en plena campaña electoral

Una columna del Portal de Opinión

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Por Christian Quiñonez

Y bueno, muchachos y muchachas, aquí estamos otra vez, soñando despiertos en ese paraíso fiscal que el gobierno de Petro se inventó en su cabeza llena de mariposas amarillas, en plena campaña electoral. Porque, claro, qué mejor momento que ahora para meterle mano a la billetera de los colombianos, con una reforma que creen que el congreso va a aprobar en esta luna llena del 2025. Y si no la aprueban, algo se inventarán para meterla a la fuerza, justificándola de pronto con una conmoción interior producto de la seguidilla de atentados que ellos mismos fortalecieron con sus políticas.

Entre las propuestas que plantea el gobierno se encuentra la quimera de subir el IVA a algunos productos, uno de ellos son los licores, esas bebidas espirituosas que tanto nos unen en las buenas y en las malas, y que parecen ser la gasolina que enciende las fiestas memorables del país y también parece que encienden los discursos del presidente cuando navega en ese mar de fantasías donde la realidad siempre termina en un brindis descontrolado.

Tocar el IVA siempre va a afectar a los consumidores porque se traducirá en un incremento de precios y siguiendo con el ejemplo, hoy, la industria licorera tiene una tarifa especial de IVA al 5%, que no es solo un beneficio, sino una responsabilidad de apoyar el mercado por su aporte obligatorio a la salud y a las regiones con el impuesto al consumo de licores que recaudan. Pedirles ahora que incrementen ese IVA no solo dispararía los precios, sino que además les bloquearía recuperar las devoluciones de IVA por diferencia de tarifa a la que tienen derecho. Es como ponerles una especie de candado en la caja de la fiesta, reduciendo sus márgenes, obligándolos a prescindir de personal y haciendo que el mercado negro sea la opción más atractiva.

Y todavía no termina ahí: también propone subir el impuesto nacional al consumo, echándole más leña a la crisis de los restaurantes, porque los precios subirán y muchos decidirán quedarse en casa cocinando. La consecuencia: menos ingresos para el sector, menos recaudación, y como en las disposiciones del 2022, un nuevo sector que se achica y no podrá aportar al recaudo.

Con esta propuesta, en medio de la campaña, no se sabe si Petro realmente cree que el congreso le aprobará esa reforma, o si solo está jugando a que la historia lo confirme como el gran iluso que a las malas materializa sus sueños con Macondo y mariposas, mientras el país ve cómo su presupuesto se deshace entre los dedos, como papel mojado.

La solución, que he repetido en varias columnas, es simple reducir el gasto burocrático, cortar el despilfarro y promover una amnistía fiscal para recuperar la cartera que lleva años de vacaciones.

Mientras tanto, solo nos queda preguntarnos: ¿Hasta cuándo aguantaremos con esas decisiones cargadas de fantasía y falsas promesas? La realidad es que, sin reformas fiscales sensatas, sin reducir ese gasto que nos ahoga, y sin escuchar a los que en verdad saben del músculo económico del país, seguiremos navegando en mares tempestuosos. Y para que la historia, no termine en un brindis amargo esperamos que los congresistas actúen como lo hubiese hecho Miguel y no aprueben la reforma.

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