De acuerdo con la plataforma Informa Colombia, que se dedica a investigar y facilitar datos sobre el tejido empresarial nacional e internacional, en el 2023 se cerraron 184.400 empresas en nuestro país. Siendo los más afectados, los sectores de entretenimiento y recreación, con cerca de 60 mil compañías cerradas; y servicios con ─aproximadamente ─ 26 mil. En cuanto al comercio se cerraron más de 9 mil empresas; y casi 5 mil compañías de las áreas de alojamiento y servicios de alimentación, también tuvieron este triste desenlace. Sin contar que se registró una disminución de la industria, que redujo su producción en un -4,9%.
Y es que los empresarios llevan 4 trimestres críticos y no se ve en el panorama una mejoría, ya que el 2024 continúa con dicha tendencia. Adicionalmente, en abril, el índice de confianza industrial se ubicó en -3,4%, mostrando incertidumbre sobre la capacidad de ampliar la producción en lo que resta del año. Además, las exportaciones sorprendieron con una caída del -10,8%, de acuerdo con la Encuesta de Confianza Empresarial. A esto se le suma que la rentabilidad de las exportaciones cayó en -20.3%.
Todos estos indicadores, a los que les agregaría la tasa de desempleo, el aumento acelerado de la informalidad, la crisis rural y la desatención de la economía regional, nos ponen en un reto enorme para lograr la recuperación de la economía nacional. Sobre todo, pensando en los jóvenes, que son la población sobre la que más se genera impacto.
Así las cosas, los empresarios necesitan conocer un plan, que brinde un norte real y sensato; y saber cuál va a ser el motor, las estrategias y las acciones de impulso. Porque es innegable que se requiere volver a los niveles de confianza para seguir invirtiendo.
Pero ¿qué necesitan hoy nuestros empresarios? Yo diría que hay tres puntos básicos para avanzar en la propuesta de recuperación económica, para Colombia: 1. Eliminar la incertidumbre; 2. Implementar un plan de reactivación; y 3. Garantizar la libertad de empresa y la seguridad jurídica.
Estas serían unas medidas de base, que permitirían que el sector productivo actúe en las relaciones de intercambio económico. Para nadie es un secreto que mientras el aparato productivo funcione bien, el desempleo se reduce, el consumo se reactiva, la inversión se fortalece, el recaudo mejora, las exportaciones se recuperan, la infraestructura se desarrolla y el financiamiento se acelera.
De igual forma, esto le daría la oportunidad a la economía de crecer a nivel regional. Pero, para esto tenemos que promover la base productiva desde cada uno de los departamentos del país. No podemos dejar por fuera a las ciudades intermedias y, mucho menos, a las zonas rurales. Porque es que el plan de recuperación no sólo debe ser una propuesta tributaria, tampoco un conjunto de inversiones forzosas y, mucho menos, un decálogo de políticas irrealizables. Es vital, en este punto, que tengamos claras las diferencias entre la inversión productiva y el gasto ocioso.
Yo valoro mucho el papel que han desempeñado el Consejo Gremial, la Andi, Fedesarrollo, Anif, Fenalco, Acopi, el Grupo Aval, el Consejo Privado de Competitividad, entre otros, que han hecho grandes esfuerzos por mantener la calma en los mercados. Ellos han comunicado, de una u otra forma, su disposición en ayudar en la recuperación económica y han combinado alternativas productivas para avanzar.
Sé que aún estamos a tiempo para construir un buen plan. En caso contrario, la economía va a tener leves tasas de crecimiento económico; sólo que nosotros no podemos seguir creciendo entre el 1% y el 2%, pues son tasas que no garantizan mayores niveles de inversión. Incluso, ya se ha dicho desde las calificadoras de riesgo, cómo la incertidumbre, el elevado gasto fiscal y la desmejora de la estabilidad económica, alertan los mercados internacionales.
Entre tanto, en el Congreso de la República se le va a aprobar al Gobierno Nacional un nuevo endeudamiento por 17.000 millones de dólares, que creemos que son útiles para la recuperación de la economía. Obvio, si estos no se usan bien y se suman al descalabro del recaudo, los objetivos no van a lograrse.
Finalmente, los empresarios no son únicamente los grandes o medianos. Estamos hablando de que hay más de 800 mil colombianos que tienen una empresa bajo la figura de persona natural, que generan entre 1 y 3 empleos. Ellos sí que sienten el impacto de esta crisis y van a pérdidas si el panorama económico no mejora.
Por eso mi invitación es a volver a despegar. Ya es el momento de pensar en la recuperación económica y de tomar acciones urgentes y conjuntas, que nos devuelvan a la senda del crecimiento.
Por: Ingrid Sogamoso Alfonso
Representante a la Cámara por Boyacá