Garantizar una vejez digna ha sido una tarea pendiente en Colombia durante décadas, sin que ningún gobierno haya logrado solucionarlo. Con solo el 18% de la población en edad de jubilarse gozando de una pensión completa, es evidente que se requieren medidas urgentes para abordar esta problemática.
El reciente avance de la reforma pensional, liderada por el Presidente Gustavo Petro y respaldada por el Senado de la República, marca un paso significativo hacia la equidad y el bienestar de todos los colombianos y las colombianas. Esta reforma, parte fundamental de las transformaciones sociales propuestas por el Gobierno del Cambio, tiene como objetivo principal asegurar que cada ciudadano pueda acceder a una jubilación digna, independientemente de su situación económica.
Una de las principales características de esta reforma es la creación de un sistema que combina solidaridad y responsabilidad individual. Por un lado, se establece un fondo público al que todos los ciudadanos contribuirán hasta cierto límite de ingresos, garantizando así una base sólida para el sistema. Por otro lado, se promueve el ahorro individual en fondos privados, proporcionando a cada persona la oportunidad de construir un respaldo adicional para su retiro.
Es importante destacar que esta reforma no solo busca beneficiar a quienes ya cuentan con una pensión, sino que también brinda apoyo a los adultos mayores más pobres que, por diversas razones, no han podido cotizar lo suficiente para acceder a una jubilación digna. A través de los pilares solidario, semicontributivo y contributivo, se garantiza que nadie quede desamparado en su vejez.
El primer pilar de la reforma pensional, el solidario, busca proporcionar una ayuda financiera a los adultos mayores en situación de pobreza y vulnerabilidad, quienes no pudieron acumular cotizaciones suficientes a lo largo de su vida laboral.
El segundo pilar, denominado semicontributivo, tiene como objetivo atender a aquellos trabajadores que han estado en la informalidad y, por ende, no cumplen con los requisitos para acceder a una pensión completa. Este grupo recibirá una renta vitalicia que incluirá sus ahorros, complementada con un subsidio estatal del 20% para hombres y del 30% para mujeres.
Por último, el tercer pilar, el contributivo, está dirigido a quienes han cotizado de manera regular para su pensión. Con la reforma, una parte de sus aportes, hasta un máximo de 2,3 salarios mínimos, serán destinados a Colpensiones, mientras que el resto se dirigirá al fondo privado de su elección. Al momento de jubilarse, recibirán una pensión del régimen público con subsidio estatal, asegurando así un aumento en el recaudo del fondo público y una reducción de los subsidios estatales a las pensiones.
Además, la reforma no contempla aumentar la edad para obtener la pensión e introduce medidas específicas para abordar las desigualdades de género en el sistema pensional, reduciendo las semanas de cotización requeridas para las mujeres que hayan tenido hijos. Esto no solo reconoce el invaluable trabajo de cuidado que realizan las mujeres en el hogar, sino que también les brinda una mayor oportunidad de acceder a una pensión justa y equitativa.
Es importante señalar que esta reforma no afectará a quienes ya han cumplido con los requisitos establecidos por el sistema actual. Aquellas personas que hayan cotizado lo suficiente hasta la fecha de entrada en vigencia de la reforma seguirán bajo el régimen actual, garantizando así la seguridad jurídica de sus derechos adquiridos.
Ahora, la reforma pensional debe ser aprobada por la Cámara de Representantes para ser ley y entraría en vigencia el 1 de julio de 2025, según lo acordado en el Senado.
Sin embargo, como es de esperar en un proceso de transformación de esta magnitud, que busca acabar privilegios y garantizar dignidad para los colombianos y colombianas más pobres, la reforma pensional enfrentará críticas y desafíos en su implementación. Desde esta columna, reafirmamos nuestro compromiso de respaldar esta iniciativa en la Cámara de Representantes y de trabajar incansablemente para asegurar su éxito en beneficio de todos los ciudadanos.
La vejez no debería ser una etapa de preocupación y precariedad económica. Con la aprobación de esta reforma, nos acercamos un paso más hacia una sociedad más justa, inclusiva y solidaria, donde cada persona pueda disfrutar de una jubilación digna y tranquila.
Por: Alejandro Ocampo
Representante a la Cámara