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Pobreza Forzosa: Cómo la «Inversión Forzosa» amenaza el futuro de Colombia

Una columna del Portal de Opinión

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En los últimos meses, se ha hablado mucho sobre la «inversión forzosa», un concepto que ha cobrado fuerza en las propuestas económicas del gobierno de Gustavo Petro. Para aquellos que no están familiarizados con el término, se refiere a la idea de que el Estado obligue a ciertos sectores, especialmente a fondos privados y entidades financieras, en este caso los bancos comerciales, a destinar parte de sus recursos a inversiones que el gobierno considera prioritarias. Aunque esto puede sonar bien en teoría, en la práctica, esta política tiene el potencial de arrastrar a Colombia hacia un escenario de pobreza y estancamiento económico.

La «inversión forzosa» no es un experimento nuevo; de hecho, ha sido implementada en otros países con resultados desastrosos. Un ejemplo claro es Argentina, donde en la década de 2000 se impusieron políticas similares que obligaron a los fondos de pensiones a invertir en deuda pública y proyectos estatales. ¿El resultado? Una pérdida masiva de valor para los ahorros de los ciudadanos, un aumento en la desconfianza hacia el sistema financiero y, en última instancia, una crisis económica que llevó al país al borde del colapso en 2001. Otro ejemplo es Venezuela, donde la intervención del Estado en la economía, incluyendo la imposición de inversiones forzadas, contribuyó a la profunda recesión y la hiperinflación que arrasaron con la economía del país en la última década.

Colombia también ha experimentado con políticas similares en el pasado, aunque en menor escala. Durante los años 80, en medio de la crisis de la deuda externa, el gobierno implementó medidas que obligaban a ciertos sectores a financiar proyectos estatales. Estas políticas, lejos de estabilizar la economía, resultaron en una reducción de la inversión privada, un aumento del desempleo y una prolongación de la crisis económica que afectó gravemente el crecimiento del país durante varios años. La lección que nos deja la historia es clara: las políticas de «inversión forzosa» no solo fallan en sus objetivos, sino que, además, ponen en peligro la estabilidad económica y el bienestar de la población.

Imaginemos por un momento que usted es un pequeño empresario. Ha trabajado duro para ahorrar dinero con la esperanza de reinvertirlo en su negocio o de guardarlo para un futuro incierto. Pero, de repente, el gobierno le dice que no tiene opción y que debe invertir una parte de esos ahorros en un proyecto específico, como la construcción de una carretera o la financiación de un proyecto de energía. Si bien estas inversiones pueden parecer útiles, usted pierde la libertad de elegir dónde y cómo utilizar sus recursos.

Esta «inversión forzosa» puede parecer un sacrificio menor para algunos, pero la realidad es que podría tener consecuencias desastrosas para nuestra economía como se ha visto en otros países. Tenga en cuenta que los recursos destinados a estas inversiones forzadas no estarán disponibles para otros usos más productivos. Por ejemplo, un banco que debe invertir en un proyecto del gobierno no podrá prestar ese dinero a pequeños empresarios que desean expandir sus negocios o innovar, lo que frena el crecimiento económico y la creación de empleo.

Además, esta política genera una gran incertidumbre y trae a valor presente algunas preguntas como ¿Quién decidirá cuáles son las inversiones prioritarias? ¿Y si esas inversiones resultan ser ineficientes o, peor aún, un fracaso total? ¿Quién paga si todo sale mal? ¿El Estado con el dinero de las personas? En lugar de fomentar la confianza en el mercado, la «inversión forzosa» siembra dudas, lo que podría llevar a una fuga de capitales, ya que los inversores buscarán lugares donde sus recursos estén mejor protegidos.

Pero el problema no termina ahí. La inestabilidad política y económica que atraviesa Colombia, exacerbada por las constantes reformas tributarias propuestas por el gobierno de Petro, añade una capa adicional de riesgo. Cada reforma tributaria genera incertidumbre sobre las reglas del juego para los inversionistas y empresarios. Si bien es cierto que los impuestos son necesarios para financiar el funcionamiento del Estado, la pregunta es: ¿hasta donde nos van cobrar el malgasto y la evidente corrupción?; cambios constantes y poco claros solo logran espantar la inversión, elemento clave para el crecimiento económico.

La «inversión forzosa» es un concepto que podría llevarnos a la «pobreza forzosa». En lugar de incentivar el desarrollo y la prosperidad, estas políticas centralizadoras y coercitivas amenazan con ahogar la libertad individual, la iniciativa privada, reducir la inversión y, en última instancia, estancar la economía colombiana. Es fundamental que reflexionemos sobre el rumbo que estamos tomando y consideremos si realmente queremos seguir por este camino de incertidumbre y estancamiento. La historia nos enseña que las políticas que socavan la confianza en el mercado y la estabilidad económica suelen llevar a la pobreza y al ya existente subdesarrollo, y Colombia no será la excepción.

Alexander Rios

CEO inverxia

Economista
FinancieraMente-

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