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Felipe Olaya Arias

Perdiendo visa para un sueño

Una columna del Portal de Opinión

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Por Felipe Antonio Olaya Arias

@olayafelipe

La educación en el exterior se ha consolidado como un puente clave para el desarrollo personal y profesional de miles de colombianos. Sin embargo, la creciente volatilidad de las relaciones diplomáticas de nuestro país con otros gobiernos está sembrando una preocupante incertidumbre sobre este sueño, con riesgos tangibles que van desde la obtención de visas hasta la continuidad de convenios educativos.

El anhelo de estudiar en el extranjero no es un capricho ni un privilegio exclusivo de una élite. Cada vez más jóvenes acceden a créditos y becas parciales para hacerlo posible. Según datos del Perfil Migratorio Colombiano de 2021, Estados Unidos, España, Canadá, Argentina, México y Brasil son los destinos más frecuentes para emigrar por razones educativas. La mayoría de estos jóvenes, entre los 18 y 29 años, busca no solo una formación académica de calidad, sino también la posibilidad de conocer nuevas culturas, aprender idiomas y acceder a mercados laborales que amplíen su perspectiva. Muchos de ellos, al regresar o enviar remesas, benefician también al país.

El panorama, sin embargo, se ensombrece cuando las tensiones diplomáticas escalan. Tomemos como ejemplo la reciente crisis con Estados Unidos a principios de 2025, originada por la negativa del Gobierno colombiano a recibir vuelos con migrantes deportados. Aunque se evitó una escalada mayor, la tensión derivó en restricciones temporales para la emisión de visas y dificultades para viajeros.

Para los estudiantes, esto se traduce en procesos más lentos, inciertos y, en algunos casos, en la revocación o negación de visados, lo que puede frustrar años de planificación y sacrificio. La reciente confirmación de que la Embajada de EE. UU. en Bogotá exigirá la revisión de redes sociales para visas de tipo F, M y J añade mayor escrutinio que complejiza aún más los trámites.

Las tensiones con Israel son otro ejemplo de cómo la política exterior puede impactar la movilidad académica a mediano y largo plazo. Aunque el número de estudiantes colombianos en Israel es bajo comparado con otros destinos, la inestabilidad en cualquier relación bilateral puede desalentar aspiraciones o afectar programas de intercambio con terceros países.

Más allá de estos casos puntuales, una crisis diplomática generalizada con países aliados o socios estratégicos puede traer consecuencias severas, requisitos más estrictos, demoras prolongadas o suspensiones en la emisión de visas. A esto se suma la posible afectación de becas, convenios de doble titulación e intercambios académicos que dependen directamente de relaciones bilaterales sólidas. Además, los conflictos diplomáticos suelen venir acompañados de inestabilidad económica, afectando el flujo de divisas o el costo de vida en el exterior, dado que muchas familias dependen del cambio del peso frente al dólar o el euro.

Las universidades colombianas y el ICETEX han hecho un trabajo notable estableciendo convenios internacionales que abren puertas a nuestros jóvenes. Pero estos esfuerzos pueden verse comprometidos si la política exterior prioriza la confrontación sobre el diálogo y la cooperación.

El Gobierno Nacional debe apostarle a una diplomacia pragmática, constructiva y pacífica. La defensa de la soberanía es fundamental, sí, pero debe ir acompañada de una evaluación realista de las consecuencias que cualquier tensión internacional puede tener sobre la vida de quienes están construyendo su futuro más allá de nuestras fronteras.

El sueño de miles de jóvenes colombianos no puede depender de la inestabilidad diplomática. El sistema educativo y la sociedad en su conjunto claman por una política exterior que entienda la movilidad académica como una inversión estratégica y no como una víctima colateral de disputas políticas o ideológicas.

Es tiempo de que la Cancillería y el Gobierno en su conjunto, escuche el llamado de quienes ven en la educación internacional una herramienta para construir una Colombia más educada, equitativa y próspera.

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