La última canción lanzada por varios artistas colombianos ha dado mucho de qué hablar, y no precisamente por buenas razones. Venimos de episodios oscuros que han marcado nuestra historia reciente: violencia contra nuestros niños, asesinatos, violaciones, y daños psicológicos profundos. En este contexto, es alarmante que figuras públicas reconocidas a nivel nacional elijan lanzar una canción que banaliza estos temas sensibles.
No podemos permitir que artistas con influencia en la juventud promuevan mensajes en los que se normalice o glorifique el consumo de drogas o se haga referencia a una menor de 14 años en términos inapropiados. Esta letra no solo refuerza estereotipos dañinos, sino que también perpetúa una imagen distorsionada de nuestra sociedad. Colombia es mucho más que eso: es un país de riqueza cultural, biodiversidad única, y un pueblo resiliente que merece representaciones artísticas dignas.
Es momento de exigir un contenido musical que celebre nuestras raíces y promueva valores que fortalezcan el tejido social. La industria musical colombiana tiene la responsabilidad de aportar positivamente a la imagen de nuestra sociedad y de proteger a las nuevas generaciones de mensajes degradantes. Colombia merece una cultura que nos eleve y una música que represente verdaderamente nuestra grandeza.
