En medio del huracán político desatado por los últimos movimientos ministeriales, una vez más el presidente Gustavo Petro genera con sus decisiones, todo un clima de incertidumbre. El pasado miércoles se posesionó en su cargo Juan Fernando Cristo como ministro del Interior, un viejo conocido en esta cartera, político avezado, congresista por muchísimos años y quien ya ocupó esa cartera en el pasado gobierno de Juan Manuel Santos, quien curiosamente cambió de parecer. Pues antes se oponía a la Constituyente y ahora que llega a ocupar el cargo encargado de la política al interior de este gobierno, sí le parece conveniente una Asamblea Nacional Constituyente para reformar nuestra Constitución Política.
Desde el pasado mes de marzo, el presidente Gustavo Petro viene buscando la manera de perpetuarse en el poder. Insiste, a como dé lugar, en reformar la Constitución Política, y para esto, se ha venido abriendo paso a una tesis de crear una Asamblea Constituyente popular, desde las bases, desde las regiones, desde el territorio nacional.
En esta nueva andanada institucional, ha encargado de esta tarea a Juan Fernando Cristo, su nuevo ministro del Interior. El avezado político que a como de el lugar, va a tratar de llevar a buen puerto esta iniciativa de una Constituyente. Sin embargo, estoy convencido que desde los partidos políticos de oposición, desde el Congreso de la República y desde la ciudadanía, se va a establecer una fuerte barrera para evitar que Petro, Francia, Cristo, las disidencias de las FARC, el ELN y todos los bandidos se salgan con la suya.
Por fortuna, al escuchar a la nueva Ministra de Justicia, designada hasta ahora en ese nuevo cargo, ha sido enfática en admitir que la Constitución del 91 tiene sus propias reglas para reformarse. Y que es la institucionalidad, que son los procedimientos y que son las reglas establecidas en ella misma, las que van a determinar esta decisión.
Claramente, este anuncio aumenta la desconfianza que tiene el país. Un presidente con una desaprobación arriba del 62%, con reformas impuestas que naufragaron al interior del Congreso y otras que naufragaron al interior de las Cortes. Esto ha demostrado que Colombia sigue siendo un país fuerte institucionalmente, que la democracia, que las instituciones y sobre todo que la ciudadanía, se impone ante las locuras que plantean desde algunos escenarios políticos.
Al final de todo esto, me surge una gran pregunta al presidente Petro. ¿Cuál es su obsesión por reformar la Constitución política? cuando todo esto parece más una puesta en escena, llevar el país al caos, a la violencia, a la escasez, al desgobierno, a la desazón, a la inseguridad, a las masacres y a todos los fenómenos que viven en las regiones del país. Es como si se hubieran puesto de acuerdo, usted y los que participan en ese acuerdo de la “paz total”, para hacer creer a los colombianos de la periferia, que el único camino que nos queda es convocar una Asamblea Nacional Constituyente y que ese, sería el cambio que usted le prometió a los colombianos hace ya más de dos años y que por supuesto, en nada se ha cumplido.