Se ha vuelto costumbre escuchar discursos del presidente Gustavo Petro arremetiendo en contra de la oposición, discursos cargados de solicitudes para hacer cumplir los derechos fundamentales, estos discursos algunas veces agresivos y esa intención paradójica de querer cambiar la constitución para hacer cumplir la constitución, no es otra cosa que una estrategia política basada en la amenaza.
Aunque impensable, ya no hay nada que nos pueda sorprender conociendo el historial político del presidente, no obstante, el 21 de junio desde la concentración pública en Medellín en la cual el presidente posaba junto a líderes de bandas criminales escudado en la “construcción de paz” acto frente al cual la ciudanía quedó atónita, no fue si no otra muestra de su estrategia bien construida de la amenaza.
Esta estrategia política no ha sido descabellada, el llamado “decretazo” le funcionó para conseguir la aprobación de la reforma laboral, la primera línea le funcionó para esconderse detrás del “estallido social” y ganar popularidad de cara a su campaña presidencial del 2022. Así que la estrategia ha sido un éxito al menos en sus últimos movimientos políticos.
Y es que Gustavo Petro no ha sido el único que ha utilizado este tipo de estrategias para promover sus políticas, este tipo de estrategias se conocen como “Madman Theory” o la “la Teoría del loco” una estrategia política principalmente fundamentada en el lenguaje intimidante y en la percepción de que el líder político es impredecible, lo que lo convierte en una persona naturalmente “peligrosa”. Esta teoría se popularizo de 1969–1974 con Richard Nixon como presidente de Estados Unidos, en el contexto de la guerra en Vietnam, ordenó lanzar operaciones militares secretas como “Giant Lance”, filtró a diplomáticos y a la prensa la idea de que él era volátil, impulsivo, y difícil de controlar, con el objetivo de hacerles creer a sus oponentes, Unión Soviética y Vietnam del Norte, que estaba dispuesto a usar armas nucleares. Esta estrategia ha sido ampliamente utilizada de manera consciente o inconsciente por muchos políticos a lo largo de la historia.
La Teoría del loco demuestra cómo el lenguaje, la percepción y el miedo son herramientas fundamentales en la política. A veces, simular ser impredecible, “estar loco” o generar caos puede ser más útil que mostrar fuerza directa. Porque se basa en una lógica simple pero poderosa “Si haces creer a tus enemigos que estás lo suficientemente loco como para hacer cualquier cosa —incluso reformar la constitución— ellos cederán o se moderarán.
Ha sido una formula efectiva por parte del presidente para controlar y arremeter contra la oposición. Ahora, después de utilizar el “decretazo’, la primera línea, los combos en Medellín, cada día, defiende más la idea de llamar a una Asamblea Popular Constituyente, lo cual no es sino otra forma de amenazar las instituciones para controlar a la opinión pública y a la oposición.
No sé si por miedo, apatía o costumbre la ciudadanía e incluso la sociedad civil (empresarios, gremios, etc) aún no dimensiona el daño que el discurso amenazante le está causando a la democracia; los empresarios aún no han manifestado su voz de protesta contundentemente frente a la vulneración de las instituciones. La estrategia de intimidación a los contendores, aún que es una estrategia común, no le hace bien al orden democrático, ni a la construcción de paz y reconciliación. Ni la intimidación, ni la costumbre de escuchar discursos amenazantes puede dejarnos pasmados como sociedad, la propuesta de vulneración a nuestras instituciones a través de una Asamblea Popular Constituyente solo puede contener una respuesta contundente: la respuesta jurídica, para la cual Colombia, siendo una de las democracias con instituciones más fuertes, está preparada.