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Luz Pastrana

La reforma laboral y el contrato de trabajo agropecuario: Un Desconocimiento de la Realidad Rural

Una columna del Portal de Opinión

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La reforma laboral radicada por el gobierno nacional se presenta como “una medida progresista destinada a mejorar las condiciones de los trabajadores”. Sin embargo, al analizar sus implicaciones, especialmente en el contexto rural, es evidente que esta propuesta no solo ignora la realidad del pequeño productor, sino que podría generar consecuencias más perjudiciales que beneficiosas.

Uno de los puntos centrales de esta reforma es el contrato de trabajo agropecuario,  que desconoce por completo la situación crítica de los pequeños agricultores. En Colombia, el pequeño productor es la columna vertebral del campo, y en medio de enormes dificultades, son ellos quienes sostienen la producción local, muchas veces sin el respaldo necesario del Estado, enfrentando mercados desiguales y variaciones climáticas.

¿Dónde queda la capacidad de pago de un pequeño productor que apenas genera lo suficiente para subsistir, cuando se le impone una estructura de contratación pensada para grandes empresas con márgenes de ganancia amplios? Este contrato agropecuario no solo es impracticable para ellos, sino que pone en peligro su viabilidad económica.

La reforma laboral promete formalizar a millones de trabajadores que hoy están en la informalidad. No obstante, la realidad será otra: llevará a muchos directamente a la ilegalidad. El pequeño productor, sin recursos suficientes para cumplir con los requisitos establecidos en la reforma, se verá forzado a recurrir a prácticas aún más informales o ilegales para sobrevivir. En lugar de crear empleos formales y justos, esta reforma empujará a miles de personas a sobrevivir en las sombras de una economía que les ha dado la espalda.

Otra problemática importante es el enfoque en los contratos a prestación de servicios. Aunque en teoría esta modalidad busca flexibilizar la contratación, en el campo los jornales y la prestación de servicios no son conceptos que se ajusten a la realidad rural. Los ciclos de producción agrícola no son predecibles ni regulares, y muchas veces los pequeños productores necesitan contratar mano de obra de manera esporádica, dependiendo de factores externos como el clima o la demanda de productos. La rigidez de la reforma y su intento de imponer esquemas urbanos en el campo desconoce estas dinámicas.

La reforma claramente está diseñada para aquellos grandes productores que pueden absorber costos laborales más altos y cumplir con requisitos legales complejos. Sin embargo, en un país donde más del 60% de los productores son pequeños y medianos, ¿cómo se espera que estos sobrevivan bajo las mismas reglas? Las políticas laborales deben ajustarse a la realidad de quienes trabajan la tierra, y no imponerles cargas imposibles de soportar.

Lo que está en juego no es solo la supervivencia de los pequeños productores, sino también la sostenibilidad del campo colombiano. La agricultura de pequeña escala es esencial para la seguridad alimentaria del país. Empujar a estos productores hacia la ilegalidad o la quiebra tendría consecuencias desastrosas para el abastecimiento de alimentos y el desarrollo rural un ejemplo claro seria el  departamento del  Huila, donde  es uno de los mayores productores de café del pais, segun el Sistema de información (SICA), hay establecidas alrededor de 84.000 familias distribuidas en los 35 municipios de vocacion cafetera, se verán afectadas por la reforma donde dejarían la informalidad y pasarían a la ilegalidad.

En resumen, esta reforma laboral es un parche mal diseñado para un país que requiere soluciones más profundas y adaptadas a sus realidades locales. El contrato de trabajo agropecuario es solo un ejemplo del desconocimiento del gobierno sobre las dinámicas del campo. Si realmente se busca mejorar las condiciones laborales, se debe adoptar un enfoque que respete y entienda la diversidad de Colombia, y que ofrezca soluciones viables para todos. La reforma, tal como está planteada, no es la respuesta; es una amenaza que llevará de a la informalidad a la ilegalidad, puesto que aumentaria en un 34% el costo de contratacion de los pequeños productores en el campo condenandolos a  la ruina.

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