En los últimos tiempos los sucesos políticos del país no paran de generar noticias. El trámite legislativo de las reformas, los escándalos de corrupción, las polémicas declaraciones del presidente y de sus funcionarios, la política exterior, las políticas monetarias basadas en la deterioradas condiciones económicas del país han sido fuente noticiosa de eventos que por lo menos han sido inusuales: congelamiento de los recursos del presupuesto general de la nación, plantear la posibilidad de flexibilización de la regla fiscal, el presidente hablando de convocar una asamblea nacional constituyente, entre muchos otros eventos que son definitivamente extraños en la tradición política y gubernamental en Colombia.
No obstante, el hecho noticioso más extraño de la semana ha sido la escapada malabárica que ejecutó ante el congreso y el país el ministro de salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, de la moción de censura a la que fue convocado por la Cámara de Representantes. No obstante, la mesa directiva de la corporación confirmo dos veces la legalidad de la citación, el ministro argumentó principalmente falsa motivación y carencia del mínimo de convocantes exigido y salió del recinto. Esto nunca había pasado, básicamente el ministro actuó como juez y parte, recusó a la mesa directiva de la Cámara de Representantes y desconoció el poder de control político que le ha conferido al Congreso de la República por medio de la Constitución Política de Colombia.
Es un hecho sin precedentes, como mucho de lo que ha pasado en este gobierno. Pero más que ser una noticia, es una alarma. El gobierno del cambio, el pacto histórico, gobernantes y legisladores, fueron electos en el marco de la Constitución del 91, que ellos acogieron y aceptaron. No es procedente que abiertamente un funcionario desconozca las reglas con las que fue elegido y se salte los procedimientos de control político y jurídico que conllevan, no sólo sus cargos, sino el desempeño de sus funciones.
La figura de moción de censura se encuentra consagrada en el artículo 135 de la Constitución Política de 1991, como un mecanismo de control político por parte del Congreso de la República sobre el gobierno y sus funcionarios, este mecanismo incluye la posibilidad de exigir la renuncia de un Ministro. En el numeral 9° del mismo artículo, se especifica que debe contar con la firma de al menos el 10% de la corporación citante (Senado o Cámara de Representantes) y para que la moción de censura sea aprobada, deberá contar con la votación mayoritaria de los miembros de la cámara citante.
Pues bien, desde 1991 que se introdujo esta iniciativa de control parlamentario, llama mucho la atención que en poco más de 30 años, únicamente una sola vez ha prosperado mayoritariamente esta iniciativa. ¡En más de 30 años solo 1 vez! ¿Y cuántas mociones de censura se han llevado a cabo? Muchas veces pienso que este mecanismo es un saludo a la bandera. Actualmente, los colombianos no estamos conformes con las declaraciones y ejecución de varias carteras ministeriales como con el ministro de salud, en cabeza de Guillermo Jaramillo con tantas EPS en liquidación, otras intervenidas y la situación actual de la prestación de la salud de los maestros públicos. Otro ministerio bastante cuestionado ha sido el ministerio de defensa en cabeza de Iván Velásquez, el slogan de “Colombia Potencia de vida” y “La paz total” se han quedado en eso, en un slogan porque actuación hemos vista poca, el pacífico Colombiano está cada vez en las manos de las guerrillas, atentan cada semana a la población civil no solo con bombas, ahora lo hacen hasta con drones ¿Por qué el Ministro de Defensa no traslada su oficina al Cauca o Valle del Cauca? ¿Por qué tanta indiferencia con la situación tan difícil de orden político? Los congresistas, alcaldes y gobernadores no han hecho más que hacer llamados al gobierno nacional para que los ayude a retomar la seguridad en estas regiones, tal parece que el gobierno tiene oídos y poco interesarse.
Las últimas citaciones de Moción de censura, realmente corresponden a un llamado de los Colombianos: ¡MINISTROS, RENUNCIEN!