En el 2021 recuerdo bien a un hombre joven que hacía videos tipo set de noticiero, en los que le daba duro al Gobierno de Duque y respaldaba al pueblo que dejaba “la piel y los ojos” en las calles durante el estallido social, su forma de comunicar era certera y cautivadora, pero ahora comprendo que era totalmente manipuladora y populista.
Se le conoce como Jota Pe Hernández, parecía uno de nosotros, del pueblo, pero resultó ser una serpiente camuflada, esperando a sus desprevenidas presas para atraparlas, usó el estallido social de 2021 como plataforma política para darse a conocer después de varios intentos mediocres de ser cantante cristiano y de ser activista de derecha, como no lo logró, usó los ideales de la izquierda para hacerse elegir como senador, pero para legislar a favor de la ultraderecha, una traición comparable con la de Caín a su hermano Abel.
Todo empezó a pintar muy mal una vez quedó elegido, esa “serpiente verde” empezó a mudar muy rápido de piel. Aunque muchas de esas “serpientes verdes” sufren de ese mismo defecto, la primera estocada que hacía ver que “de eso tan bueno no dan tanto” se dio cuando, ya elegido senador, decidió darle su apoyo a Rodolfo Hernández a la Presidencia, un señor con cero características de progresista, alguien “muy” de todo: corrupto, machista, misógino, vulgar, agresivo, violento, aprovechado, características MUY de derecha. ¿Cómo un senador elegido con votos de izquierda y progresistas apoyó a semejante personaje? Primer campanazo con ñapa: empezaron a salir tuits y videos viejos en los que Jota Pe insultaba y difamaba a Gustavo Petro y a otros, en donde se veía su esencia real, 100 % uribista. Un tuit muy lamentable publicado tres meses antes de que iniciara el estallido social, en enero de 2021, dirigido a Petro decía: “El día en que usted se muera @petrogustavo, descansaremos de tanto populismo y cizaña! Su corazón y su mente nunca han dejado de ser guerrillera, asesina y diabólica! #NoLeCreo Hipócrita”. Tuit eliminado, pero que muchos descubrieron gracias a una captura de pantalla en 2022, cuando ya había sido elegido senador. Eso no lo vieron venir quienes le dieron su voto, sino otra sería la historia.
Ay, qué pesadilla este señor, tiene todas las características de una mala persona, y eso que es cristiano, como Polo Polo y Andrés Escobar, por ejemplo (sonido de grillos). Recordemos cómo se alegró por la muerte de Piedad Córdoba, dirigiéndose de forma “valiente” a una persona fallecida, a quien “le dijo” con satisfacción que le había llegado la justicia divina. (A todos nos llega esa “justicia divina”, ¿no?).
Momento para decir “amiga, date cuenta”, amaba a Uribe, pero después lo odió; odiaba a la Policía y a las Fuerzas Militares, pero después los amó; amaba a Rodolfo Hernández, pero después, en un video de junio de 2022, le retiró su apoyo cuando pasó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, argumentando que él no estaría en donde los uribistas estuvieran; borró u ocultó alrededor de 2500 videos de su canal de YouTube. ¿Por qué?
Resulta que Jota Pe, como cualquier ultraderechista promedio, es un matoneador consumado, de esos que creen que el que más grita es el más valiente, ha convertido al Senado en un ring de boxeo en donde humilla e insulta a sus compañeros sin vergüenza alguna, le dijo a Inti Asprilla “arrodillado, maricón”, se encarnizó con María José Pizarro, a quien ha irrespetado en X, e incluso en el Congreso se le ha ido encima, en actitud de ataque para intimidarla de manera machista y misógina.
Entre tantas cosas que se deberían hablar de este señor, llega una que es la tapa de la olla: se inventó que Bukele lo invitó a su posesión presidencial y a una cena con su familia. Su desequilibrio emocional ha llegado al punto de “armar todo un teatro” para afirmar que había ido a El Salvador a la posesión de su “héroe” favorito, pero quedó como lo que es: un ridículo. Gracias a la investigación de Caracol Radio, se descubrió que cuando Jota Pe llegó a El Salvador, contactó a un diputado para pedirle que, por favor, lo invitara a él y a su equipo a la posesión presidencial. Dicho diputado le dijo que sí, pero que debía permanecer con un grupo de personas de la diáspora en una zona alejada. Es decir, Jota Pe se fue “a la de Dios”. Y con respecto a la cena que compartiría con la familia Bukele (según su propio video), resulta que se trataba de una gala, de unas mil personas, a la cual pudo ingresar gracias a que allá, en El Salvador, contactó a un embajador colombiano para saber si le sobraban invitaciones y sí. Aprovechó, tomó fotos y grabó videos para su show en redes sociales. Horas después, cuando llegó Bukele, la mayoría de la gente fue sacada, incluyendo a Jota Pe. Quedaron únicamente los invitados de Bukele y su esposa (alrededor de 60 personas), pero según Jota Pe, la invitación era exclusivamente para cenar con la familia presidencial. Es que, incluso, sectores de la ultraderecha en X expresaron su rechazo ante la vergonzosa situación, ¡qué pena ajena!
Aunque las risas no faltaron, es importante ver el fondo de este asunto: la hipocresía y la mitomanía de Jota Pe rayan en la adicción, sin contar su agresividad y violencia, no en vano se ganó la comparación de su actuar con la de un “perro rabioso”.
Nos merecemos mejores políticos, con altura, con verdad, con valores reales. Si este personaje es capaz de inventar semejante historia por algo tan banal, ¿qué más sería capaz de hacer con un poco más de poder con situaciones más delicadas?
En este caso hay que decir: Jota Pe, no te vistas, que no vas.