Mientras la economía colombiana continúa en crisis y la credibilidad internacional se desgasta, el Ministro de Hacienda decidió dar un paso que, en realidad, revela mucho más de lo que pretende esconder, nos dejaron en cuidados intensivos la economía y ahora los castigos que vengan de su acto irresponsable serán la excusa para entregar al país en crisis. Germán Ávila Plazas, en su infinita sabiduría, anunció que “para trabajar por nuestro pueblo no necesitamos visa”. La frase suena bonita en Twitter, pero en la práctica es cuanto menos ingenua o, peor aún, desconectada de la realidad.
Avila experto en su propia economía a través de las viviendas de interés social se sumó a la seguidilla de renuncias de visa americana, situación que nace por el show de Petro en Nueva York, donde hizo un acto que sólo puede entenderse en ese mismo marco de fantasía: llamó a las fuerzas militares de Estados Unidos a sublevarse contra el presidente Donald Trump. ¡Sí, en pleno Manhattan, Petro pidió a las fuerzas armadas estadounidenses desafiar al poder establecido! Un acto que, en cualquier otra circunstancia, sería calificado de grave invasión a las reglas diplomáticas y a la estabilidad institucional, pero que, en su narrativa, parece más una declaración de lucha contra un sistema que, irónicamente, también necesita para avanzar, ¿Será que algún día se parara con megáfono en Miraflores?.
Ese llamamiento a la insubordinación en EE. UU. no solo expone una postura ideológica que raya en la teoría de la conspiración, sino que además revela una desconexión peligrosa con la realidad internacional. En medio de ese mismo escenario, Petro y su gabinete parecen olvidar que, para gestionar préstamos, presentar avances económicos y captar inversión extranjera, la presencia física en Washington sigue siendo imprescindible. Y la renuncia a las visas, presentada como un acto soberano y de resistencia, en realidad solo evidencia una desconexión total con la diplomacia efectiva.
Porque, seamos claros, un país en vía de desarrollo que aspira a obtener financiamiento y apoyo internacional necesita algo más que discursos populistas y llamadas a sublevarse en suelo extranjero. La gestión diplomática y la confianza que generan las reuniones que son presenciales en USA son la verdadera llave para acceder a recursos y fortalecer la credibilidad internacional.
Lo que queda claro es que ese gobierno, atrapado en su propia narrativa, necesita mucho más que renuncias de visa, apoyo a Palestina y llamados a insubordinaciones en territorio extranjero para sacar adelante el país que se les ordeno administrar, porque olvidan que son nuestros empleados y nos deben cuentas de lo que hacen. La historia reciente y la experiencia internacional enseñan que los resultados concretos importan más que las promesas vacías o los gestos de rebeldía. La verdadera lección, que ojalá en 2026 sea aprendida, es que un país no avanza con discursos ni con fábulas, sino con estrategia, trabajo y decisiones maduras.
Esperemos que la ciudadanía entienda la moraleja de esta triste fabula y tenga la lucidez para distinguir entre fantasía y realidad en las urnas. Porque, en definitiva, en la administración pública, la confianza y los resultados valen mucho más que los discursos populistas bajo el consumo de medicación no muy legal desde Nueva York.