Durante los dos últimos años, la vida política en Colombia ha parecido una tormenta de escándalos, noticias, rumores, declaraciones y un sin número de análisis de diversos sectores que involucran no sólo a políticos sino a empresarios, jueces, magistrados, periodistas, expresidentes e instituciones de diferente orden en todo el país. Si bien en gobiernos anteriores se producía contenido noticioso, nada es comparable con la cantidad de información que circula diariamente entorno del gobierno de Gustavo Petro, que se produce no sólo desde los escándalos de corrupción, sino también desde la forma desordenada como el gobierno impulsa y radica sus reformas, las declaraciones explosivas que el presidente y que los mismos medios de comunicación, que tanto ha criticado el gobierno, replican día a día.
Inicialmente, pensaba que todo giraba entorno a un mal gobierno, a funcionarios corruptos, interceptaciones y chivas periodísticas y primicias logradas en medios de comunicación opositores al presidente Petro. No obstante, desde unos meses para acá y después de analizar cómo se han producido las noticias, cómo viene un escándalo tras otro, después de ver cómo el presidente hace declaraciones explosivas, contradictorias, opuestas a lo que siempre se opuso, no sólo como candidato sino como presidente, pienso que las noticias no emanan de una gestión descuidada de la administración pública, sino de un plan de comunicaciones estructurado al interior del gobierno, en el cual aplican con precisión el viejo adagio: que hablen bien o que hablen mal, lo importante es que hablen.
La ampliamente difundida idea de la Asamblea Nacional Constituyente es un claro ejemplo de esta teoría. Primero Petro dijo que se haría necesario convocar una constituyente, pero después dijo que no, lo negó, y aclaró que él pidió fue convocar al poder constituyente. Luego sale Álvaro Leyva a decir que, con fundamento en el acuerdo de paz, el presidente sí puede convocar una asamblea constituyente sin tramitarla en el congreso de la república. El colofón fueron las recientes declaraciones de Alejandro Montealegre, con más de diez micrófonos a su disposición, el exfiscal salió a dar su concepto apoyando la idea de Leyva. Pero también salen personas del gobierno como Luis Fernando Velazco o el senador oficialista Iván Cepeda, oponiéndose a la idea de una constituyente, buscando mejor un gran acuerdo nacional para sacar adelante las reformas impulsadas desde el ejecutivo.
¿De verdad creemos que eso fortuito? Es increíble pensar que tantas contradicciones y opiniones encontradas al interior del mismo gobierno sean resultado de la opinión libre y espontánea de sus funcionarios. Revisando las estadísticas de búsqueda por internet, el tema asamblea nacional constituyente tuvo un repunte en interés y búsquedas en los últimos tres meses, cercano al 400%, ha sido una discusión desgastante que ha puesto a hablar a todos los expresidentes vivos de Colombia, a magistrados, juristas, constitucionalistas, periodistas, políticos. Todas las mañanas, las emisoras radiales del país no hablan de nada distinto que del gobierno Petro, mal o bien, pero hablan. Esa es la verdad de la estrategia, con declaraciones sin sentido, y jurídicamente inviables, pero puso a hablar de su gobierno a todo el mundo: a los opositores, a los adeptos, a las cortes, a los jueces, a la prensa.