Hace unos días veíamos a Ana Bejarano escribiendo una columna para Cambio, titulada “La FLIP es de todos”, y creo que a más de uno nos causó “risita”. Si algo ha demostrado la FLIP, es precisamente todo lo contrario, esta organización, más bien, es de unos pocos medios y periodistas que hacen parte de un “llavero” de medios privados, a los que les pagan por dar muchas de las noticias con las que envenenan a los colombianos todos los días y a toda hora, es ahí donde vemos que la FLIP no es de todos, es de casi nadie, mejor dicho.
Esta fundación se ha caracterizado por ser una entidad permeada por la doble moral. En un país como Colombia: violento, godo, retrógrado, lo que más quisiéramos es precisamente que alguien defendiera la verdadera libertad de prensa, pero la de todos los medios de Colombia, desde los que tienen poder económico hasta los independientes que sobreviven a punta de las donaciones de sus seguidores, desde los de la mal llamada “gente de bien” hasta los creados por el “pueblo, pueblo”, desde los más reconocidos hasta los que nacen en los barrios populares; y si algo es seguro, es que la FLIP no es precisamente esa heroína REAL de la libertad de prensa que muchos anhelamos.
Resulta que FLIP no solo tiene una doble moral, sino una tercera, cuarta y hasta quinta, no es imparcial, es más, es una de las responsables de tanta polarización y de la aversión que ahora crece en Colombia hacia la prensa, y eso no es gratis, precisamente se da porque estamos aburridos de ver cómo el periodismo en Colombia está tan deteriorado y nos usa de forma descarada. Tenemos medios desinformadores, periodistas grotescos, resentidos y hasta vengativos, que no son más que los mandaderos de los grandes grupos que financian la prensa privada, grupos que tienen intereses políticos y económicos en la monopolización de dichos medios, por eso la FLIP parece existir solo para los privados, no para los medios en general.
Vemos a periodistas conocidos atacando al Gobierno a diestra y siniestra, y no es que la crítica esté mal, incluso, es necesaria, lo que está mal es la “montadera” permanente al Gobierno, un evidente ejercicio del llamado “cuarto poder” por desacreditar a toda costa a Petro y al progresismo para ayudarles a sus “padrinos” a volver al poder, llegando al punto de degradar tanto su propio oficio periodístico que ya no les interesa verse serios, imparciales y objetivos. Entre más payasos y chismosos se muestren, mejor para ellos. Antes, Colombia tenía dos o tres programas de chismes, se me vienen a la cabeza Sweet “El Dulce Sabor del Chisme”, El Lavadero de RCN y La Red de Caracol, y la cara más visible de ese tipo de “periodismo” era solo la Negra Candela. Ahora, ese tipo de programas y de periodistas deben de estar asustados porque se les puso dura la competencia con Semana, Cambio, La FM, Blu Radio, Victoria Dávila, Luis Carlos Vélez, María Jimena Duzán, Néstor Morales y la lista sigue y sigue. Asistimos a la decadencia del periodismo tradicional, los vemos remando desesperadamente en un mar de mentiras, de escándalos estúpidos, de rivalidades inexistentes, de miedos infundados, tan desequilibrados que hasta parece una competencia de quién se hunde más y más en las arenas movedizas.
Pero el chismerío no es lo más grave, lo que está haciendo el periodismo ahora es tan lamentable que llegan al colmo de señalar a activistas y medios independientes hasta el punto de alentar el matoneo, las calumnias, las mentiras, llevando a muchas personas que se han atrevido a levantar la voz, a pesar de la desventaja, a ser amenazadas, exiliadas y hasta asesinadas, no es un dato menor, o pregúntenle a Diana Saray hasta dónde PRESUNTAMENTE llegó una de sus “ligerezas” en una de sus emisiones en Caracol Radio.
El panorama del periodismo en Colombia es desolador, le exigen respeto al presidente por su oficio, pero son ellos los primeros en irrespetarlo a él y a todos sus electores a diario, no se han dado cuenta del daño que causan y de que todos tenemos un límite, incluso el presidente. Todos los días lo envuelven en mentiras, en suposiciones, en noticias sin confirmar, en desinformación, y lo peor: no solo lo afectan a él, no les importa llevarse “entre las patas” a menores de edad, a personas de minorías que históricamente han sido atacadas, a personas ajenas a su sed de venganza. Con tal de alimentar el morbo y el odio, son capaces de sacar lo peor de sus seguidores, se les sale lo homofóbicos, racistas, acosadores, elitistas, matones y tantas cosas tan horribles que los caracterizan.
Los medios alternativos y sus periodistas son quienes más sufren de matoneo, de amenazas, de persecución e, incluso, de muerte. Los mismos medios de siempre los ayudan a perfilar, pero ahí no pasa nada, ahí ya no vemos a los grandes medios tradicionales exigiendo garantías para la prensa independiente y periodistas, mucho menos vemos a la FLIP protegiendo los derechos de estas personas, por el contrario, sus denuncias ante este organismo SON IGNORADAS, se llenan de excusas para no apoyar a quienes les van a desplazar, tarde o temprano, a los “dinosaurios” que tanto defienden.
Mi llamado es a que no le “paremos tantas bolas” a la FLIP, finalmente, es una organización privada, con intereses marcados, su director Jonathan Bock no tiene nada de imparcial y es notorio que tiene agenda política e ideología marcada, de hecho, recordemos un tuit en el que compartió la portada de una reconocida revista con la foto de Petro y en el que literalmente dijo: “Comparte este Petro rockero para tener siete años de orgías”, entonces, ¿ese no es un sesgo? ¿Un irrespeto? Ya que el señor Bock compartió ese “Petro rockero”, quisiera saber: ¿Cómo van sus 6 años y medio de orgías? ¿Le funcionó el “conjuro”? Su publicación es de febrero de 2018, le quedan 7 meses de orgías, señor Bock, aprovéchelos bien.
Últimos datos para que vean que a la FLIP no se le debe dar más trascendencia de la debida:
Hay una escritura pública de su fundación con la firma de Pachito Santos. Facebook (Meta) y Google aparecen en su propio informe de donantes. Ana Bejarano, quien es miembro de la junta directiva de la FLIP, era abogada de Vicky Dávila en el caso de “La Comunidad del Anillo”. Y ya les hablé de su director actual: Jonathan Bock. Nada más que decir. ¡Apague y vámonos!