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Christian Junot Quiñonez

Entre mariposas y realidades: el reto económico de un país que no despega

Una columna del Portal de Opinión

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Por Christian Junot Quiñonez

La semana que terminó dejó en evidencia las múltiples caras de la economía colombiana. Por un lado, el informe de la DIAN reveló un recaudo acumulado de $127,28 billones hasta mayo: $6 billones más que en 2023 y $11 billones más que en 2024. Estos números reflejan un desempeño que merece reconocimiento. La DIAN, a pesar del ambiente político incierto y de los constantes enroques institucionales, ha logrado recuperar el rumbo. Esa sola razón debería bastar para pedirle al Gobierno que se abstenga de seguir improvisando reformas internas que solo generan inestabilidad operativa.

Pero por más alentador que suene este dato, no podemos caer en el autoengaño. La meta de recaudo de $299,88 billones para este año sigue viéndose lejana. Incluso en un escenario neutro, donde las condiciones macroeconómicas no varíen significativamente, deberíamos estar por encima de $141,9 billones a estas alturas del año. Aún incluyendo los estimados $7 billones que podrían recaudarse con medidas como las retenciones, el déficit proyectado sigue rondando los $20 billones. La aritmética no miente. El problema no es la DIAN; es un Gobierno que gasta como si gobernara un país nórdico, pero recauda como si estuviera en el trópico.

A esto se suma un golpe reputacional: las calificadoras Moody’s y S&P Global rebajaron la calificación de riesgo del país, dejando a los TES por debajo del grado de inversión. El resultado: liquidaciones forzosas, reducción de inversión extranjera y mayores tasas de interés en la deuda pública. Un panorama que se agrava tras decisiones como la suspensión de la regla fiscal, considerada por el Comité Autónomo como inoportuna e injustificada.

En medio de estas señales de alerta, el llamado es claro: el Gobierno debe abandonar el derroche y priorizar una reducción seria del gasto público. Se avecina el mayor déficit fiscal en la historia reciente de Colombia, y ni siquiera los esfuerzos técnicos de la DIAN podrán sostener el modelo si no hay disciplina desde la cabeza del Estado.

Mientras la DIAN pone el pecho y recauda con disciplina, el resto del aparato gubernamental sigue en una novela de realismo mágico. Es momento de dejar atrás las metáforas literarias del Caribe mágico, las mariposas amarillas y el hombre de sombrero. Colombia necesita liderazgos que piensen menos en Macondo y más en realidades concretas.

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