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Gener Usuga

El motor del cambio es el pueblo

Una columna del Portal de Opinión

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«Me tocó a mí iniciar la transformación del país, porque una decadencia no se puede enfrentar si no es con una transformación, con un cambio de régimen, con el impulso del pueblo, de la mayoría de los mexicanos. Eso es hacer historia, eso es hacer política, muy distinto a lo que piensan algunos, la política es asunto de todas y de todos» «El motor del cambio es el pueblo, solo el pueblo puede salvar al pueblo» Andrés Manuel López Obrador en su video de despedida.

Tiene razón el saliente presidente de México cuando afirma que «el pueblo es el motor del

pueblo» y que «solo el pueblo puede salvar al pueblo», personalmente siempre lo he visto así, siempre he creído que el pueblo tiene el inmenso poder de permitirse salvarse así mismo, pero ha decidido entregar mal ese poder y luego se ha contentado con decir «los que tienen poder», afirmando entonces que el soberano es el político y el funcionario y no el pueblo, quien es en realidad el constituyente primario. Hemos permitido como pueblo que se nos aislé de las esferas de poder, hemos permitido que el corrupto sea aplaudido y el asesino un gobernante, nos hemos permitido la miseria, la hemos aprobado y validado anunciando a los cuatro vientos que nos «tienen así», que «ellos, los políticos son los culpables», y tal vez tengamos razón, seguramente, pero nuestra reflexión se ha quedado estancada y atrancada en la garganta sin permitirnos gritarla, esa reflexión que sin duda puede reactivarnos como pueblo y empoderarnos la hemos silenciado siendo con ello permisivos validadores de la agresión del político que no nos representa.

Sabemos donde está el problema, quien es el problema, pero en un juego peligroso terminamos dejándonos convencer porque «es mejor malo conocido que, bueno por conocer».

Escribo esta columna imaginando una ventana que al abrirse conecta mi mundo del exilio de un lado, con el maravilloso mundo del «país de la belleza y las mariposas amarillas» de Gabriel García Márquez del otro lado, siento que al abrir esta ventana puedo gritar lo que siento y ser escuchado desde mi tierra natal, la que me vio nacer, crecer y también la misma de la que se me expulsó.

Abro esta ventana y veo al pueblo pobre, al pueblo negro, al pueblo indígena, al agricultor y la mujer negra que aun lava sus trapos en la piedra junto al río San Juan mientras este pasa por su casa en Tadó, Chocó, al otro lado del puente. «Abuela» yo le llamaba de niño a esa mujer negra, madre del padre que no necesitó engendrarme para hacerme su hijo, pero a quien el estado le agradeció asesinándolo.

Abro esta ventana y veo un pueblo lejos del despertar mexicano pese a que muchos intentan comparar nuestro proceso político con el del hermano país, lejos estamos de avanzar en una revolución social hacia el cambio como lo hacen los mexicanos, nosotros aún pensamos que podemos ser pobres de derecha, y con esto no quiero decir que toda la población pobre debería ser de izquierda, no, pero por lo menos deberíamos permitirnos ser demócratas, deberíamos intentar ser progresistas, deberíamos procurar la posibilidad de sentarnos a pensar en cuáles deberían ser nuestras reivindicaciones.

«Solo el pueblo puede salvar al pueblo» pero si este decide organizarse, si este decide crear una revolución política que permita generar una revolución social donde la educación sea la base fundamental sobre la cual se puedan fundar los soportes para un desarrollo sostenible permitiendo que la cultura sea uno de sus grandes pilares. La cultura es la identidad de un pueblo y nosotros sin imaginarlo sin pensarlo hemos instalado una cultura traqueta y paramilitar, una cultura de corrupción validada con aquel dicho que reza «el vivo, vive del bobo», por eso es necesario que dentro de la educación política que pueda generarse en algún momento si el pueblo lo decide, digo el pueblo porque los políticos no lo han querido hacer, deben recuperarse los valores de honestidad y transparencia de tal forma que nuestra gente este cada día más apta para administrar este país sabiendo que lo público es de todos y que un puesto no es una oportunidad para hacerse rico.

La falta de educación política colectiva, la falta de formación, es lo que nos separa de los resultados que hoy tienen los mexicanos, nosotros no nos hemos preparado para gobernar, tirar piedras gritar consignas, reunirnos para desarrollar un evento con el cual financiar una movilización etc. etc., no son actos de formación de liderazgo; tampoco lo es crear contenido en redes, trinar fuerte o hacer viral un contenido, lógicamente los títulos universitarios tampoco son la prueba para decir que alguien está formado políticamente para asumir un liderazgo.

«Un buen liderazgo político incluye habilidades como la credibilidad, la coherencia y la empatía, así como saber gestionar y tomar decisiones en momentos de crisis»

Según el sociólogo alemán Max Weber, un líder es el responsable de guiar a otras personas por el camino correcto para conseguir objetivos específicos o metas que comparten.

¿Nuestra meta hoy como pueblo debería ser mantener al pueblo en el poder en el 2026?¿ Es que existe hoy en Colombia una persona que tenga la capacidad de liderar en la misma línea de cambio que ya tenemos? Esta por verse.

Desde la ventana que me permite ver desde este lado al otro, no encuentro que la poca inversión realizada en la educación de nuevos liderazgos haya dado algún fruto, ni siquiera en lo innato tal vez porque es poca la voluntad de los «lideres» actuales para avanzar  hacia este proposito.

 Abro la ventana desde mi exilio y veo a la derecha disfrazada de progresista haciendo votar al pueblo por la continuidad de un proyecto que bajo una falsa bandera solo busca recuperar el poder.

¿Caeremos en la trampa? Esta por verse, aún tenemos tiempo para aportar los filtros necesarios que nos permitan ganar o perder, pero con las banderas de cambio, hablando el lenguaje que habla el pueblo y luchando por las reivindicaciones que el pueblo requiere, no queda mucho, pero aún hay tiempo, aún podemos si se quiere, salvar el proyecto progresista para Colombia, uno que vaya más allá del nombre del presidente Gustavo Petro, Colombia hoy tiene petrismo, no hay izquierda y políticamente hablando ni siquiera progresismo, hay petrismo y no estoy seguro que sea eso lo que necesita un país, pues el día que Gustavo Petro no esté habremos desaparecido a nivel político y a nivel organizativo si es que aún hay organización.

De cierto si puedo decir que en lo que si nos podemos comparar con México es en el parecido de AMLO con Gustavo Petro, ambos lideres a pulso, que pertenecen a las bases del pueblo, que no se quedarán en el poder por más alta que sea su popularidad, dos visionarios, dos hombres de paz, tal vez ambos muy adelantados para nuestra época donde se imponen las potencias armamentísticas y donde los grandes revolucionarios son escasos, me da susto pensar que estemos por terminar la era Petro AMLO y que tengamos que esperar 40 años más hasta que un nuevo líder o una nueva lideresa de esa estatura vuelva a hacer su aparición por esta gran América hispano-hablante

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