El fin de semana le escribí un tuit al presidente Petro en donde le mencionaba que había un vídeo circulando, cuyo contenido daba a entender que el Ejército de Colombia quería darle un golpe de Estado, le escribí textualmente: “… mantienen en pánico a la ciudadanía, se debe proteger la salud mental y emocional de los colombianos por encima de esta gente”, aunado a esto, se hizo viral un video de TikTok de @HumbertoSalazarGarcía, quien toca el mismo tema, básicamente, que las personas, especialmente las más vulnerables, son más propensas a ser manipuladas por la desinformación, están sufriendo “un traumatismo de ansiedad” y acusa con justa razón diciendo: “Señor periodista, usted está enfermando a mi papá y a los papás de muchos (…) ya no más mierda para las personas que ven estos canales”.
La Constitución Política de Colombia, artículo 20, dice: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”. Pero para los medios de ultraderecha, parece que lo único importante del artículo es la parte final: “No habrá censura”, y se escudan en ello para manipular, desinformar, sembrar mantos de duda, chismear y hacer daño, todo esto escondidos en la “libertad de prensa”, que, más bien, en nuestro país es “libertinaje de prensa”.
La prensa en Colombia está tan degradada que aquellos exigentes con la información, a los que consideraban periodistas referentes del país, hoy los ven como quien asiste a un circo y ve a un grupo de payasos que se esfuerzan por el logro de ser “el más lamebotas de la oposición”. Como si en la universidad (para quienes sí estudiaron para ser periodistas y no les regalaron el título sin hacer la tesis) nunca hubieran visto Ética o no les hubieran enseñado valores en sus casas. Esto me hace preguntar: ¿Qué los motiva? ¿Tienen prebendas? ¿A quién o qué protegen? Eso de la prensa prepago no parece una leyenda urbana, definitivamente.
A la orden del día está ese circo, con esos payasos dispuestos a todo, se levantan con los taches arriba, desayunan “caldo de escorpión” y a desinformar se ha dicho. Publican noticias que no lo son, no contrastan la información, solo muestran una cara de la moneda, no informan realmente, usan los micrófonos, pantallas y letras para corroer con sus opiniones personales y su tendencia política a personas huérfanas de lectura, que no tienen acceso a TODA la información, que han sido manipuladas desde jóvenes y hoy, cuando son mayores, no conocen más que los mismos medios de siempre, ahí está su caldo de cultivo: “los tíos uribistas” que creen todo lo que ven, leen y escuchan en los medios tradicionales.
Las noticias van desde cosas que parecen tontas, como cuando La FM de Luis Carlos Vélez, investigó solo el precio del pollo en el “asadero play”, y dijo que el país iba tan mal que el pollo asado estaba en más $ 40.000, creyendo que nadie iba a verificar los precios en barrios populares, tratando de ver noticia en donde no había, dejando ver la mentira. A partir de ahí, su audiencia trató de hacer lo mismo, sin éxito, con todo tipo de productos.
O como cuando en Semana, cuya directora es Victoria Dávila, dijeron que magistrados de la Corte habían sido evacuados en helicóptero por un supuesto bloqueo de cientos de personas en el Palacio de Justicia, noticia mentirosa que sigue publicada y fue tan mediática que hasta un concejal uribista se atrevió a difundir la farsa.
Cosas tan ridículas como decir que el avión de la FAC llevó a Disney a la familia Petro, cuando en realidad llevaba a militares a una práctica geoestratégica; o como la “noticia” de esta semana, en la que dijeron que uno de los carrotanques de La Guajira estaba en un circo en Pasto, cuando realmente ese carro lleva años en dicha ciudad y lo usan para labor social.
Pero las noticias no se quedan solo en mentiras ridículas, o graves, o alteradas, los medios han llegado al colmo de tener informantes dentro de instituciones, como la Fiscalía, quienes les filtran informaciones delicadas, incluso, se han “chuzado” campañas, como en el caso de los “Petrovídeos” y como si eso no fuera suficiente, han querido monopolizar la información al punto de satanizar los medios públicos y alternativos para que no los desenmascaren.
Todos los días los colombianos nos levantamos con un “¿hoy qué se van a inventar?” para los más críticos, u “¿hoy qué van a denunciar?” para los más inocentes. Y así nos controlan, desgastan, manosean y polarizan. Hoy en día, los medios son los que más promueven el lenguaje de odio en Colombia.
El periodismo prepago está enfermando a la sociedad. Necesitamos decencia en el periodismo, no más Vickys, Darcys, Néstores, Julitos, Gustavos, Luis Carlos y tantos otros que olvidaron la esencia ética de su oficio.
Marcela Portilla