Para muchos hablar de política es sinónimo de maldad; también existe el temor cuando opinamos sobre temas que afectan a nuestras regiones y al país en general, esto porque sentimos no ser escuchados, pero lo más común que sucede es que nos quedamos en simples críticas.
Aunque la crítica constructiva es esencial en la política, ya que permite señalar errores y se podría ver como un llamado a rendir cuentas, debemos tener mucho cuidado cuando la crítica se convierte en un constante llamado a la división. En nuestro país, estamos viviendo un momento histórico de polarización, los frecuentes ataques de un lado a otro tienen dividida a una gran parte de la sociedad.
Debemos hacer un llamado a la reflexión y a la participación, esto implica tomar medidas concretas para influir en el proceso político, ya que nos hemos acostumbrado a normalizar lo que está mal. También nos ha llevado a ser gobernados por los mismos y las mismas, solo por el simple hecho de decir que “gobiernen los que tienen experiencia”, pero ¿experiencia en qué me pregunto?, porque lo que hay es un miedo para entrar a tomar decisiones y definir el rumbo de nuestros territorios, dejando el poder en manos de personas ciertamente inexpertas administrativamente hablando para que tomen las decisiones de una ciudad, un departamento y hasta del país.
No voy a profundizar en este tema de la experiencia, porque es un aspecto extenso que deja la puerta abierta para una próxima columna, pero pensemos en dar el siguiente paso: la distancia entre la crítica y la participación en política es Arriesgarse.
Luis Roberto Ordóñez
Empresario del sector de la construcción, transporte y tecnología
Excandidato a la Alcaldía de Bucaramanga