Estamos a pocos días para recibir en Cali el evento más importante del mundo en el cuidado del planeta. Miles de personas llegarán a nuestra ciudad para debatir cuáles son las acciones para enfrentar el verdadero cambio climático y nuestro país liderará durante los próximos dos años esa hoja de ruta.
Y sí, muy bonito y todo que estemos girando en torno al mismo, pero creo que es necesario abrir la discusión y preguntarnos: ¿qué estás haciendo vos? ¿Qué estoy haciendo yo para enfrentar los problemas reales del cambio climático del mundo?
Cuando individualizamos esta actitud, entendemos que siempre, como ciudadanos, le entregamos la responsabilidad a los otros del cuidado del planeta y, al final, nadie termina metiéndole la mano o son muy pocos los que intentar arriar un caballo que parece estar sin freno.
Con preocupación, escuchaba a la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, quien hacía un diagnóstico crítico y muy desolador de lo que está ocurriendo en nuestra Amazonía. El Amazonas hoy está en el 19% de extrema condición, de supera el 25%, los expertos indican que entra en una condición de no retorno, de autodestrucción, entonces, ¿qué va a pasar con nuestra naturaleza? ¿Cuál es nuestra actitud frente a los ríos, a los mares, a la selva?
Hoy, seguimos tirando la basura a la calle, incendiando nuestros cerros, lanzando cuanta cantidad de basura y escombros a las alcantarillas y caños, que increíblemente los seguimos teniendo al aire libre en Cali, perjudicando el caudal de una ciudad que cuenta con la maravillosa fortuna de ser atravesada por siete ríos, muchos de ellos, ya desaparecidos por el olvido y la ambición humana o convertidos en aguas residuales.
La llegada de la COP 16 nos tiene que dejar una reflexión mucho más allá de la importancia política y económica que esto le va a dejar al país y a Cali. Tiene que pretender que, en esta ciudad, las políticas públicas del cuidado de la tierra sean contundentes. No puede ser que hablemos del cuidado del planeta, en una ciudad que no valora el suyo.
Mi mensaje hoy es contundente. Cali necesita de buenos ciudadanos, no solo en su convivencia con el otro, si no en la convivencia con sus ríos, sus parques, sus cerros, hermosos que podemos seguir disfrutando, haciendo un ejercicio que nos permita salvaguardar la vida y poder dejarlo a nuestras siguientes generaciones una ciudad en donde, después de discutir como salvar al mundo, sepa cómo salvarse a ella misma.