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Felipe Olaya Arias

Santa Marta, epicentro de una alianza birregional con futuro

Una columna del Portal de Opinión

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Por: Felipe Olaya Arias

@olayafelipe

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea se darán cita en Santa Marta para la Cumbre Ministerial de Educación, un encuentro que trasciende lo protocolario y se convierte en una oportunidad estratégica para repensar el papel de la educación en la cooperación birregional. En un contexto global marcado por la fragmentación política y los desafíos estructurales en el acceso al conocimiento, esta cumbre representa una apuesta por construir puentes desde las aulas, desde la ciencia y desde la innovación.

Colombia, como país anfitrión, no solo presta el escenario, sino que tiene el deber de proponer una agenda que conecte los retos comunes de América Latina y Europa: formación para el trabajo del futuro, transformación digital del sistema educativo, fortalecimiento de la educación técnica y tecnológica, y promoción de una movilidad académica más justa y accesible. En un país donde solo 4 de cada 10 jóvenes acceden a la educación superior y donde las brechas entre regiones siguen siendo profundas, la integración birregional no puede ser una conversación ajena.

La Unión Europea ha apostado por la cooperación educativa como uno de los pilares de su política exterior. Programas como Erasmus+, Horizonte Europa o AL-INVEST Verde han demostrado que el intercambio académico y científico puede tener un impacto real en el desarrollo local. Ahora, es momento de que América Latina, y Colombia en particular, aproveche esa experiencia para diseñar rutas compartidas de formación docente, ciencia abierta, bilingüismo y alfabetización digital.

Pero el éxito de esta cumbre no se medirá en comunicados ni en fotos oficiales. Se medirá en compromisos concretos: ¿Habrá recursos para impulsar programas binacionales de investigación? ¿Se pactarán mecanismos de reconocimiento mutuo de títulos? ¿Se abrirán nuevas oportunidades de movilidad para jóvenes y maestros rurales? ¿Se consolidará una hoja de ruta que permita articular esfuerzos entre gobiernos, universidades y sector privado?

Santa Marta debe ser algo más que un lugar en la agenda diplomática. Debe convertirse en un símbolo de lo que la educación puede lograr cuando se entiende como bien común y como herramienta de transformación social. La CELAC y la UE tienen diferencias evidentes, pero también tienen una historia compartida que puede proyectarse en soluciones conjuntas ante desafíos como el cambio climático, la pobreza infantil, la migración o la desinformación.

Ojalá que de esta cumbre no salgan solo intenciones, sino una red de cooperación permanente que permita que un joven de La Guajira o de San Andrés tenga las mismas oportunidades de movilidad y conocimiento que un estudiante en Madrid o Bruselas. Porque la verdadera integración comienza cuando el conocimiento circula con libertad, y cuando la educación deja de ser un privilegio y se convierte en un puente.

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