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Alejandro Ocampo

Buenaventura no puede volver atrás

Una columna del Portal de Opinión

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Esta es una noticia triste para Buenaventura y para quienes creemos en la Paz Total. Tras
19 meses de tregua, las bandas Shottas y Espartanos han dado por terminado uno de los
acuerdos de no agresión más largos en el marco de este proceso. Este pacto permitió que
la ciudad saliera de la lista de las 50 más violentas de América Latina y devolvió la
esperanza a miles de bonaverenses que, por primera vez en años, pudieron vivir sin el
terror de una guerra entre bandas.
Fui el primer coordinador del equipo de Gobierno en la mesa de negociación entre Shottas y
Espartanos, y sé de primera mano lo difícil que fue construir confianza entre quienes por
años se vieron como enemigos. También sé que la paz no es un camino lineal ni sencillo. La
historia nos ha demostrado que los procesos de diálogo tienen altibajos, momentos de
tensión y crisis. Pero si algo hemos aprendido, es que romper el diálogo nunca ha sido la
solución.
No podemos permitir que Buenaventura retroceda a los tiempos más oscuros de la
violencia. Las víctimas son, como siempre, la población civil: los niños que vuelven a sentir
miedo al salir a la calle, los jóvenes que ven cerrarse oportunidades de futuro y las familias
que no quieren volver a vivir entre balas.
El Estado no puede fallarle a Buenaventura. La inversión social, la generación de empleo y
la transformación del territorio deben ser el complemento de cualquier proceso de
negociación. No se trata solo de lograr ceses al fuego, sino de cambiar las condiciones que
han permitido que la violencia se mantenga por décadas. Buenaventura necesita más
educación, más oportunidades y más presencia del Estado en los barrios donde antes sólo
imperaba la ley del miedo.
Desde aquí les digo: estoy dispuesto a ir ya a sentarme con ustedes. Los invitamos a
empezar de nuevo. La paz de Buenaventura no se puede dar por perdida. Es momento de
recuperar el diálogo y seguir construyendo un camino donde la violencia no sea la única
opción.
Colombia no puede resignarse a la guerra. Buenaventura nos demostró que la paz es
posible. Ahora, nos corresponde hacer todo lo necesario para que esa esperanza no se
apague, para que el diálogo no sea sustituido por las balas y para que las nuevas
generaciones crezcan en un territorio de oportunidades, no de miedo. No podemos permitir
que la violencia recupere el terreno que la paz había ganado. Es momento de actuar con
firmeza y decisión: Buenaventura no puede volver al pasado. El futuro debe construirse sin
armas y con dignidad.

Alejandro Ocampo

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