Leer un autor o el otro, no nutre el conocimiento, solo condiciona el pensamiento y por ende da paso a la manipulación y el adoctrinamiento. Por estos días algunos jóvenes con un modesto alcance mediático digital, que por más modesto que sea al final tienen alcance, han logrado permear en las personas con la frase “menos Marx y más Hayek” incluso monetizando este dogma con su merch. Su argumento ha sido que supuestamente son victimas del adoctrinamiento malvado y dañino de los profesores agremiados en FECODE que los obligaban a leer a Marx y a Hegel y les escondían los libros de la escuela Austriaca del pensamiento económico, al punto de satanizarlo.
Este colectivo de jóvenes víctimas de la doctrina mamerta, esgrime con preocupación que ese adoctrinamiento malévolo va en crecimiento y que la libertad y la democracia están en peligro. ¿Pero que tan cierto es esto? Adentrémonos un poco en la historia reciente de la educación en Colombia, específicamente en la educación secundaria.
En la década de 1950, Colombia comenzó a estructurar un sistema educativo más formal, en la misma época del frente nacional y la lucha anticomunista mundial, sería extraño pensar que se estructure un sistema académico de adoctrinamiento marxista. Para esa época La educación secundaria, que hasta entonces era principalmente elitista y accesible solo para las clases altas, empezó a expandirse. El gobierno promovió la creación de colegios públicos, aunque la cobertura era limitada y se concentraba en las zonas urbanas. Los colegios públicos ofrecían una educación general, con un enfoque en humanidades y ciencias básicas. Sin embargo, la infraestructura era precaria y faltaban recursos para atender a la población rural. Entretanto los colegios privados, muchos de ellos administrados por órdenes religiosas y de claro adoctrinamiento clerical, ofrecían una educación de mayor calidad, con mejores instalaciones y un enfoque en la formación moral y académica. Estos colegios atendían principalmente a las clases medias y altas, la base de la élite de hoy.
En los años 60 y 70, Colombia experimentó reformas educativas importantes. La Ley 115 de 1960 (Ley de Educación Pública) buscó modernizar el sistema educativo y ampliar la cobertura. Durante este período, se introdujo la educación media vocacional, que combinaba la formación académica con habilidades técnicas y laborales, mientras que la religión, católica específicamente, era la doctrina puntual que se debía expandir. Por esas fechas se crearon instituciones técnicas y vocacionales, como los INEM (Institutos Nacionales de Educación Media), que ofrecían programas en áreas como comercio, industria y agricultura. Sin embargo, la calidad de la educación pública seguía siendo desigual, especialmente en las zonas rurales.
Por su parte los colegios privados continuaron siendo líderes en innovación educativa. Muchos adoptaron modelos internacionales y ofrecieron programas bilingües y de alta calidad académica, lo que reforzó la brecha entre los sectores público y privado. Pero claramente no había ni en el sector público ni en el privado una línea doctrinal del pensamiento filosófico y económico que medianamente se acercara a la corriente Marxista, en cambio si iban tomando fuerza las escuelas económicas de pensamiento descendientes de la formación Austriaca y de Chicago de línea liberal capitalista en las principales universidades del país.
En los años 80, Colombia enfrentó una crisis económica que afectó gravemente al sistema educativo. La cobertura y la calidad de la educación pública se vieron comprometidas, mientras que el sector privado siguió creciendo, la falta de inversión en infraestructura, formación docente y materiales educativos afectó la calidad de la educación pública. A pesar de esto, se implementaron programas para ampliar la cobertura en zonas rurales y marginadas pero en detrimento de la formación docente que se reflejaba en la calidad a la baja de los estudiantes, mientras que los colegios privados consolidaron su posición como líderes en educación de calidad. Muchos adoptaron tecnologías emergentes y enfoques pedagógicos innovadores, lo que les permitió atraer a estudiantes de clases medias y altas pero alejadas del pensamiento crítico y con el fin de nutrir de mano de obra calificada al sistema regente.
Iniciando el siglo XXI, Colombia planteó políticas para mejorar la calidad y la equidad en la educación, aunque su real implementación dista mucho del papel. La Ley 715 de 2001 y la Ley 115 de 1994 (Ley General de Educación) sentaron las bases para una educación más inclusiva y de calidad. En el sector público se lanzaron programas como «Escuela Nueva» para mejorar la educación rural y «Colegios en Concesión» en ciudades como Bogotá, donde se entregó la administración de colegios públicos a entidades privadas para mejorar su gestión. A pesar de estos avances, persisten desafíos como la falta de recursos, la baja calidad docente y la deserción escolar. Mientras que los colegios privados continuaron innovando, con un enfoque en la formación bilingüe, el uso de tecnologías y la preparación para pruebas internacionales. Esto les permitió mantener su ventaja competitiva.
De este corto recorrido de 70 años por la educación secundaria en Colombia podemos concluir que la idea que la educación en Colombia busca el adoctrinamiento marxista de sus estudiantes es una afirmación que carece de fundamento y no refleja la realidad del sistema educativo colombiano. Esta percepción suele surgir de debates políticos polarizados o de interpretaciones sesgadas de ciertos contenidos o enfoques pedagógicos partiendo de personas que mediante una narrativa pasiva agresiva si busca el adoctrinamiento en contra del pensamiento crítico.
Si usted ve a una persona, sea joven o mayor, con una camiseta que diga “menos Marx y más Hayek”, invítela a que entienda que no es “una cosa o la otra”, es “una cosa y la otra”, porque tanto el debate como los argumentos se nutren de conocer lo que piensa el otro y no de esconderse de lo que otros están planteando.