El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha reafirmado su intención de permanecer en el poder y ha convocado a sus seguidores a movilizarse masivamente el próximo 10 de enero, fecha en la que está prevista su toma de posesión para un nuevo mandato. Durante un acto público en Caracas, Maduro declaró: «Se los juro. Esta casa presidencial jamás caerá en manos de un títere de la oligarquía, ni del imperialismo».
Esta convocatoria se produce en un contexto de tensión política, ya que la oposición, representada por Edmundo González, también ha anunciado su intención de asumir la presidencia el mismo día, alegando haber ganado las elecciones del 28 de julio. González, actualmente exiliado en España, ha manifestado: «Yo fui el ganador con más de siete millones de votos y aspiramos a que se respete la voluntad popular».
El Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia, instituciones controladas por el oficialismo, proclamaron a Maduro como vencedor de los comicios, sin publicar las actas oficiales que lo acrediten. Ante esta situación, la oposición y diversos sectores internacionales han cuestionado la legitimidad del proceso electoral y la transparencia de los resultados.
La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela, ante el riesgo de una escalada de tensiones que pueda derivar en enfrentamientos civiles. Organizaciones defensoras de los derechos humanos y países de la región han instado al diálogo y a la búsqueda de soluciones pacíficas que respeten la voluntad popular y garanticen la estabilidad democrática en el país.
Se espera que en los próximos días se definan las acciones tanto del oficialismo como de la oposición, en un escenario que podría marcar un punto de inflexión en la crisis política que atraviesa Venezuela.
