A pesar de la coyuntura internacional en torno a los resultados electorales en Venezuela donde Nicolás Maduro, a ojos del mundo, realizó fraude gracias al CNE que ha actuado como su brazo logístico y operativo; la agenda política y legislativa en Colombia no se ha detenido.
El Gobierno hace algunos días presentó el presupuesto nacional para la vigencia del 2025 y ya ha levantado enormes críticas por expertos y congresistas, principalmente porque nace desfinanciado por $12 billones, el 62% del gasto será en funcionamiento (burocracia), solo el 15% en inversión (obras, bienestar social y reactivación económica), el restante se irá para pagar la deuda pública, disminuirán los recursos del Ministerio del Deporte y por primera vez en más de siete años van a reducir en un 7% el presupuesto a la educación.
Una tragedia para la coyuntura actual que vive un país que estuvo cerca a una recesión económica, tiene bajo crecimiento financiero y de recaudo, pésima ejecución presupuestal y el desempleo en alza.
Además, se proyecta ya una nueva Reforma Tributaria; la misma que usó Gustavo Petro y el Pacto Histórico en el pasado como trampolín político para su campaña presidencial y las elecciones legislativas ahondando la indignación ciudadana, polarizando y radicalizando el debate. Paradójico y confuso el planteamiento.
De lograr llevarse a cabo, terminará ahogando la clase media con mayores impuestos y reduciendo una parte importante del consumo interno, las pequeñas y medianas empresas tendrán menos recursos de inversión y esto terminará en círculos viciosos: más impuestos, menos gasto, menos inversión, más desempleo, alza en precios y mayor inflación, esta última generando un rebote en la población de escasos recursos.
Una nueva Reforma Tributaria puede convertirse en la peor enemiga para la “Paz Total” (como si no fuera suficiente con la guerra que hoy se vive en el Cauca, Norte de Santander y el Pacífico), ahondaría la desigualdad y la crisis alimentaria traduciéndose en menores ingresos para las familias, mayor violencia intrafamiliar debido a los escasos recursos y mayor inseguridad en todo el territorio nacional, ya que el desempleo es aprovechado por las estructuras criminales para reclutar jóvenes sin oportunidades laborales y fortalecer sus brazos armados; la historia nos ha mostrado que en eso son expertos.
Ojalá, por el bien de todos los colombianos, el Gobierno pueda replantear su visión tributaria y no termine haciendo lo que tanto criticó en el pasado.
Esperamos que la narrativa ya desgastada durante dos años en la que justifica la inacción administrativa del Estado culpando a los gremios y diversos sectores políticos, no sea el principal argumento ante una nueva tributaria. Todos queremos que al país le vaya bien; pretender generar un ambiente incendiario y exacerbar la polarización para promover una solución a través de una constituyente con discursos veintejulieros, puede salir muy mal.
Diariamente la desconfianza institucional crece, la poca ejecución presupuestal es más evidente, las miles de promesas incumplidas y el silencio ensordecedor ante el fraude electoral en Venezuela genera cientos de dudas y pareciera develar las intenciones de fondo del presidente Petro.
El dogmatismo puede traducirse en una tormenta perfecta para repetir y revivir el estallido social del 2021/2022, tan rentable electoralmente. ¿Repetirán la fórmula con el estallido 2.0?