Los caucanos deben estar muy desilusionados, defraudados, al sentirse abandonados por un gobierno que los engañó y los utilizó de moneda de cambio.
Entregando su población, a Iván Mordisco, que desde que llegó este gobierno ha tenido la libertad para realizar más de 126 masacres. Y en los últimos meses, cuando el Presidente escribía de casa, asesinaban a más de 163 líderes sociales que juró proteger en el país. Y aunque entiendo, que para un “líder mundial”, entre comillas, ocuparse de la tragedia humanitaria del Cauca debe ser desgastante y lo debe ver como un problema muy pequeño, mientras el mundo entero, él cree que le está pidiendo que escriba sobre Gaza, es importante recordarle a Petro que el Cauca, es donde más se está sufriendo la improvisación de la paz total.
Las reiteradas masacres de cinco indígenas en su resguardo, el asesinado fue el alcalde de Guachené, es retroceder 30 años. Mirar lo que está pasando en Corinto, la toma de los municipios, demuestran que el Estado dejó de gobernar y de un “mordisco”, el Cauca quedó desprotegido.
Hace varios meses, vengo denunciando que el Cauca está bajo el control de las disidencias que se distribuyen el poder en ambos lados de la carretera panamericana que actúan como límite entre esos dos grupos. Al lado occidental de la carretera, gobierna a sus anchas Jaime Martínez, una columna dedicada al narcotráfico, con profundo nexos con el cartel de Sinaloa. Esa columna no se le puede dar carácter político. Y al lado oriental de la vía y en las zonas más montañosas se encuentran las comunas Dagoberto Ramos y Carlos Patiño, estructuras también ligadas al narcotráfico. Pero que además realizan extorsiones, secuestros y asaltos.
Las peores consecuencias las están viviendo los niños y niñas del Cauca. El año pasado, se han presentado más de 170 casos de reclutamiento de menores de 15 años. Era una crónica de una muerte anunciada, donde el gobierno es cómplice. Las disidencias se fortalecieron. El reclutamiento forzado de menores indígenas y de afros de la zona. Los están condenando a estos niños, a nuestros jóvenes. Nos están condenando a ser la primera línea, a cuidar laboratorios en zonas de conflicto, donde muchos de ellos lastimosamente perderán la vida.
Es muy duro, pero alguien tiene que decirlo. Dónde están todos esos líderes de derechos humanos que antes denunciaban las alianzas entre políticos y paramilitares y la omisión del Estado frente a los masacres. ¿Dónde están todos esos artistas que alzaban la mano y decían: ¿Nos están matando?
Hoy guardan silencio y guardan silencio o porque están confrontados por el Estado o porque están siendo beneficiados por nuestros políticos. ¿Cuál es el precio de esta paz total? ¿Vamos a seguir perdiendo el país?
Por. Luis Felipe Henao.